Son las diez de la mañana y comienza la asamblea en el Centro de Interpretación Ambiental de Valorio. ¿Cómo se ha desarrollado la jornada anterior? ¿Qué propuestas de mejora existen? Con estos temas sobre la mesa se inicia cada día el taller "Entre Ríos", en el que participan niños y niñas de 8 a 12 años y que forma parte de la programación del Verano Joven del Ayuntamiento.

La particularidad de este curso recae en el espacio en el que se desarrolla, siendo la naturaleza el punto sobre el que gira todo. Además, se trata de un taller activo en el que los niños no solamente vienen a ejecutar las diferentes tareas, sino que son partícipes en la toma de decisiones.

Lecciones de campismo básico -cómo usar una brújula o cómo llevar una mochila durante una ruta-; tareas que conectan el arte con el medio natural, por ejemplo, a través de composiciones que utilizan elementos como piedras, hojas o piñas; itinerarios en bicicleta recorriendo las Aceñas y Cabañales, técnicas de yoga o simplemente juegos en el exterior, son algunas de las actividades que se han desarrollado desde el 31 de julio en un escenario único: el bosque de Valorio. De esta manera, los más pequeños aprenden a través de experiencias y estímulos que envuelven este singular entorno: el sonido de los pájaros, el tacto de los árboles o el fluir de un río. Todo ello incita al juego, al descubrimiento y a la creatividad.

Según José Luis Huerga, monitor de esta actividad, "estos talleres aportan a los niños algo que no tienen durante el resto del año: movimiento, y un movimiento natural, porque en la naturaleza están en su propio hábitat". En este sentido, señala que "como no pueden fomentar sus capacidades es encerrados". Por parte de la organización, consideran que la naturaleza no hay que entenderla como una obligación, sí como parte de la rutina diaria. "Si así lo entiendes y se lo transmites, es cuando los alumnos empiezan a disfrutar", apunta Huerga.

Para sorpresa de los educadores, el bosque de Valorio, que "tiene un potencial tremendo", hasta este momento era un lugar desconocido para muchos de los menores participantes. Una cuestión con la que quieren acabar: "Ya no es, por ejemplo, que aprendan el nombre de los árboles, sino que descubran que hay un hábitat dentro de Zamora, donde ellos pueden sentirse bien y compartirlo con sus familiares y amigos".