Azahara Ramos

Como un hijo más. Así tratan casi medio centenar de padres zamoranos a los niños saharauis que acogen cada verano. Dos de esas parejas coinciden en catalogar la vivencia como "enormemente positiva y única".

Uno de los hogares de acogida, el de Carlos y Adi, en su tercer año con una pequeña llamada Nora, evidencian la satisfacción que supone para ellos la decisión que tomaron. Sin embargo, al principio fue más duro aunque ella supo acoplarse muy bien, "son niños muy inteligentes, superan muy pronto el período de adaptación, también son muy buenos y adorables, y como personas encargadas de su cuidado, es muy enriquecedor poder ayudarlos", apunta Carlos. La idea de la acogida les llegó a los padres por mediación de un amigo que acogió a la hermana de Nora.

Otra pareja con menos tiempo en la acogida de saharauis, Juan y Sara, viven con felicidad estos días, "es un tiempo muy alegre, cada vez estamos más conformes con la idea de acoger a un niño, se llama Ahmed Salem", comenta Juan. La familia se planteó su participación a través de la aparición en televisión de Inés Prieto, presidenta de la Asociación Zamora con el Sahara, un día en que solicitaba familias de acogida. No se arrepienten de la decisión, la relación con él es inmejorable, y sus hermanos lo tratan como uno más de la familia.

Tanto Juan y Sara como Carlos y Adi coinciden en el planteamiento de intentar inculcarles los mismos valores que transmiten a sus descendentes. Ambos aprovechan los veranos para que los pequeños del Sahara conozcan la cultura de España y aprendan el idioma, en el que afirman, "se desenvuelven muy bien", y sobre todo, intentar que estén bien y disfruten. No es tan relevante que los padres se reinventen cada año y busquen novedades, "en la primera reunión que tuvimos para traer a Nora, lo primero que nos dijeron es que intentáramos que ellos se adaptasen a la vida de las familias", rememora Carlos. Al principio, puede resultar complicado, pero ahora todos se muestran encantados, "las familias no tienen que tener una meta especial, solo disfrutar, hacer que los niños se lo pasen bien y, con ello, ayudarles", añade.

Contar con un miembro más en la familia ayuda a los pequeños a tener nuevos compañeros de juegos. La aportación emocional de esta experiencia es única, tanto para los saharauis como para sus familias de acogida.

La parte más triste llega a la hora de la partida de los pequeños. Por una parte, ellos saben que van a volver con sus familias a su lugar de nacimiento, pero por otra, les da pena, "es muy duro porque se les toma mucho cariño, no es fácil pero es admirable cómo cambian de pensamiento en el momento de irse, porque son dos realidades muy distintas", comenta Carlos. El resto del año, en los hogares se echa de menos a los niños. Pese a ello, hoy en día, la tecnología facilita que todas las partes sigan en contacto, y el vínculo creado es muy difícil de borrar.