Noche musical redonda de principio a fin. Sigamos el orden del programa. Primera obra: "Obertura", Carmen, G. Bizet. Adecuado comienzo para crear, con sus fortes y pianísimos, la atmósfera de la gala, Y, resuelto de modo impecable y límpido, ese fue ya el clima de la noche. Segunda: "Un bel di vedremo", Madama Buterfly, G. Puccini. Laura Alonso, soprano. Excelente contraste con la pieza inicial en esta alta melodía de la soprano acompañada por la dulzura de las maderas y los metales en sordina. Tercera: "E lucevan le Stelle", Tosca, G. Puccini, Héctor Sandoval , tenor. La afrontó con el tono reflexivo que buscó Puccini y su voz, sobre el pizzicato orquestal, terminó de meter al público por completo en la gala. Cuarta: "O mio babbino", Gianni Schicchi, G. Puccini. Conchi Moyano, soprano. Cuarta pieza y un paso adelante en el clima de la noche, en esta nana con voz limpia coloreada por el arpa y apuntes de trompeta en pianísimo. Quinta: "Chi del gitano", IlTrovatore, G. Verdi. Coro colaborativo LittleOpera Zamora. Con su convincente llamada final a la Zingarella, apoyados por una percusión como reloj suizo. Sexta: "Parigi, o cara", La traviata , G. Verdi. Dueto de Héctor Sandoval, tenor, y Laura Alonso, soprano. Soltura y maestría de voces para el diálogo cruzado exigido por Verdi, entre los pizzicatos de apertura y cierre orquestales. La gala mantenía su clima inicial. Séptima: "Barcarola", Los cuentos de Hoffmann, J. Offenbach. Laura Alonso y Conchi Moyano, soprano. Al amparo del arpa y la cuerda grave y un formidable pizzicato de cierre, sus voces consiguieron un unísono de hermoso timbre. El clima de la noche se reforzaba. Octava: "Non ti scordar di me" (No te olvides de mí), E. de Curtis. Héctor Sandoval, tenor. Con su interpretación, el tenor mereció el reconocimiento del público y del propio director. Mientras, la Orquesta de Castilla y León daba muestra del sello personal que la distingue con este nuevo subrayado sonoro de tinte cinematográfico.

Segunda parte. "Obertura", El holandés errante, R. Wagner. Si perfecto fue el cierre de la primera parte, no menos acertado el arranque de la segunda, con esa obra, sin duda, la más equilibrada dentro del personal estilo wagneriano abarrotado de contrastes sonoros, cromatismos, artillería del viento metal, pasajes rápidos de la cuerda, contrapuntos del viento madera, fraseo de timbales.

Momento álgido de la orquesta en esta noche, no sólo por ser una pieza exclusivamente instrumental, además de un reto wagneriano, sino porque es la propia orquesta quien se muestra a sí misma resuelta, brillante, con plena autoridad. Y es precisamente en esa altura mostrada por la Sinfónica de Castilla y León por donde confirmamos la inmensa satisfacción de un director impecable, entregado a su oficio, incansable en matices, inteligente, en vívido diálogo con su orquesta. Segunda obra: "Aria de la luna", Rusalka, de A. Dvorak. Laura Alonso, soprano. Autor que representa otro horizonte operístico, y obra de sutil e hipnótica belleza, con un hermoso fraseo largo de la soprano, aunando en los matices la Orquesta con el famoso pasaje de la trompeta en sordina y ese broche final en pizzicato. Tercera: "Una furtiva lágrima", L'Elisird'amore, Donizetti. Héctor Sandoval, tenor. Otro ámbito sonoro mágico, con el tenor entregado al público y en delicioso diálogo con pizzicatos de la cuerda y contrapuntos del viento madera. Cuarta: "Quando m'envo", La Bohème, G. Puccini. Conchi Moyano, soprano. De nuevo un fantástico y mágico fraseo en la soprano, sostenido con matices orquestales y la sonoridad del arpa. Quinta: "Coro de esclavos", Nabucco, G. Verdi. Coro colaborativo LittleOpera Zamora. Reconocida emoción en las voces para expresar el sincero pasaje en que Verdi rememora la patria querida pero lejana. Sexta: "Dúo de las flores", Lakmé, L. Delibes. Laura Alonso y Conchi Moyano, sopranos. Un hermosísimo unísono alcanzado por las dos voces y su timbre conjuntado, cómplices de la belleza etérea buscada por el autor francés. Séptima: "Ah, si, da un anno", La traviata, G. Verdi. Conchi Moyano, soprano, Héctor Sandoval, tenor. Un reto entre exigencia técnica y belleza de altos vuelos para este diálogo entre tormento y delicia de amor. Momento fantástico como anotaron los aplausos. Octava: "Nessum Dorma", Turandot, G. Puccini. Héctor Sandoval, tenor. La sorpresa de esta gala sin decaimiento. Dando la entrada se adelantaron las campanadas catedralicias de las once y cuando empezada ya la pieza volvieron, ¡oh sorpresa!, se acomodaron en la sonoridad del acorde, mientras el tenor se entregaba con toda su persona en la mítica canción como espontáneamente reconocieron los aplausos entre la explosión final de timbales y trompetería.

Con este mítico fragmento, ante el que nadie queda indiferente, y menos en esta noche, se cerraba esta gala, si no fuera porque nos ofrecieron dos bises. En el primero, el tenor brindó al público una interpretación del "Granada" de M. de Falla, aceptada con aplausos nada más ser identificada. El segundo lo constituyó el "Nabuco" de G. Verdi, acometido por todos: tenor, sopranos, coro, orquesta. Infalible e inefable.

Ha sido un lujo contar en Zamora con una autoridad como el director José Antonio Montaño. También un lujo disfrutar de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, cuya personalidad labrada en 25 años corre el inminente riesgo de verse socavada en aplicación de la reciente Ley de Presupuestos Generales del Estado que, pretendiendo cumplir la recomendación europea de solucionar la endémica interinidad, provoca la salida de 10 de los 85 miembros de la plantilla, siendo que para una orquesta semejante 12% supone un hachazo a su singularidad, troquelada a base de años de entrega interpersonal. Paradoja de la pretensión de consolidar plazas desde los Presupuestos Generales, porque decir que un capitán soluciona la estadística de heridos fusilándolos está bien como chiste, pero es preciso entender que una orquesta es una estructura unitaria donde la permuta de un elemento afecta al conjunto. Vimos tras el concierto a violines, fagots, y trombones despedirse en abrazo emocionado. Era su último trabajo juntos. Deseo encarecidamente que la sensatez se imponga sobre la dudosa honra de ser Zamora el concierto de cierre de su primer cuarto de siglo.

Un lujo, igualmente, dejarse envolver por las voces entregadas del tenor Héctor Sandoval y las sopranos Laura Alonso y Conchi Moyano. Y un honor que un plantel de zamoranos formen un coro colaborativo, LittleOpera Zamora, y, desde su ilusión, se sumen a participar en el empeño de fomentar la ópera auspiciado por Conchi Moyano, alma de este Festival Internacional de Ópera de Cámara "Littleopera" Zamora ya por su segundo año, y dando muestras de madurez, demostrada no sólo por la muy acertada selección de piezas, también por su inteligente y exquisita disposición en el orden de la gala. ¿Quién dijo miedo? Un lujo que Zamora no puede desaprovechar.

Posdata. Merecida mención a la sonorización Galende, ese trabajo nunca bien reconocido ( "Sic vos non vobis"). Y gracias a todos por haberme permitido hacer esta crítica de concierto metido en medio de todos ellos, como uno más.