El pintor y crítico de arte inglés Roger Eliot Fry recorrió algunos lugares de Castilla La Vieja en el primer tercio del siglo XX entre ellos Zamora o de Toro debido a su interés por el Románico. Todos esas impresiones y apuntes del viaje los materializó en el libro "Viaje a Castilla 1922", publicado al año siguiente. Más de 90 años después, el volumen ve la luz por primera vez en castellano de la mano de Región Editorial y ayer lo presentaron en el Museo de Zamora el editor del sello, José Luis Sánchez, y el historiador José Luis Hernando.

La elección del espacio cultural provincial para el acto guarda estrecha relación con el periplo. Fry estuvo en la capital en diciembre y conoció en profundidad la celebración de santa Lucía desarrollada en la iglesia homónima, actual almacén visitable del Museo de Zamora. "Nos pareció interesante presentarlo en este marco y desde el centro todo han sido facilidades", agradece el editor José Luis Sánchez, quien añade que en el volumen Fry relata cómo participa en la decoración del retablo del templo, su relación con el párroco o detalles de los monaguillos. "El capítulo referido a Zamora es fundamental porque ayuda a situar las fechas de viaje, pues sabemos que inmediatamente después se desplazó al País Vasco", testimonia el editor que ha optado publicar este volumen "atípico", dado que Fry rompe con su ámbito profesional para escribir unos textos enriquecidos con 15 grabados, dos de Zamora, una escena costumbrista y una vista del río, y otros dos de Toro.

En su periplo por Castilla La Vieja, Roger Fry optó por "rincones no muy frecuentados entre los viajeros extranjeros de la época que solían desplazarse de Madrid a Ávila y luego a Segovia", ejemplifica Sánchez. El editor afirma que Fry, uno de los miembros más influyentes del grupo Bloomsbury junto a Virginia Woolf y John Maynard Keynes, "recorrió la zona en solitario empapándose de sus costumbres y de su arte porque estaba muy interesado en el Románico".

Al también conservador de pinturas en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York le llamó la atención en Zamora el cimborrio de la Catedral y las calles donde "es difícil encontrar algo parecido al centro de la ciudad". De camino a Valladolid paró en Toro donde en su español comprendió que existía cierta rivalidad con la capital y se prenda del cimborrio de la colegiata y de los amplios espacios abiertos "bordeados por ruinosos palacios e iglesias medio derruidas".