"Todos nuestros mimos son para él". Lorenzo y su hijo José Juan Fraile, los responsables de la ganadería charra del Puerto de San Lorenzo, se han volcado en una ardua tarea: curar a Gironero, el toro que el sábado indultó Sebastián Castella en la plaza de Zamora. El trabajo no es sencillo porque, como reconocen desde la ganadería, el estrés sufrido por el toro durante la lidia es enorme. De hecho, hay toros indultados que nunca llegan a recuperarse. Afortunadamente parece que ese no será el caso de Gironero, herrado con el número 131 y nacido en diciembre de 2012. Ahora le espera un buen futuro.

Insiste mucho José Juan Fraile en el estrés. La experiencia de los veterinarios de toros de lidia indica que en "ningún caso" la muerte de un animal después de ser indultado se debe a las heridas provocadas por las puyas y las banderillas. "Si un toro finalmente pierde la vida es consecuencia de la fatiga muscular que deriva de la propia lidia, de la deshidratación y el cansancio". Esto provoca que el toro deje de comer. "Las heridas son grandes, sangran, pero no causan la muerte del toro".

Gironero recibió los primeros cuidados ya en la plaza de Zamora, cuando los veterinarios y los responsables de la ganadería comenzaron a curarle las heridas. Ya en Salamanca, el sábado por la noche, se le quitaron los arpones de las banderillas y, con importantes chorreones de agua, se limpió la abundante sangre para proceder después a las primeras curas con agua oxigenada y antibióticos que eviten las posibles infecciones. Incluso se trabaja con miel, un producto natural que impide que el número de bacterias crezca y posibilita que las heridas cicatricen de abajo hacia arriba, y no al revés. "Mejora día a día", apuntan en la ganadería.

Con todo, lo fundamental para que el toro salga adelante escapa del control de los veterinarios y de los propios ganaderos. Es necesario que coma, cosa que ya está haciendo, y que beba agua en abundancia. Todo para recuperar lo que se dejó en la plaza de Zamora, donde se ganó la vida frente al capote y la muleta de Castella. De hecho, es habitual que los toros pierdan buena parte de su masa corporal durante la lidia y, en caso de ser indultados, en los días siguientes. El peso de Gironero poco tiene que ver con los 612 kilos que marcó en la báscula de los corrales de la plaza de Zamora.

Ahora le espera un gran futuro. José Juan Fraile confirma que el toro, una vez esté totalmente recuperado, será usado como semental en la ganadería. "Le echaremos a un lote de vacas para ver qué tal funciona. Tenemos esperanzas en este toro". El animal abre, además, una estirpe. La familia por parte de padre es, reconoce José Juan Fraile, de las mejores que hay en la ganadería. La de la madre, en cambio, era todavía desconocida. Es el primero de esta línea de descendencia en ser indultado y ofrece muy buenas pistas para el futuro de la ganadería. "Obviamente miraremos con otros ojos a sus hermanos", apostilla el ganadero.

Durante la jornada del domingo e incluso ayer la ganadería, en la finca Puerto de la Calderilla -donde en un amplio terreno pastan las reses-, recibió muchas felicitaciones telefónicas por los toros que trajo el sábado a Zamora. La mayoría proceden de la propia capital, de los presentes en la plaza, que tampoco olvidan que los otros tres toros fueron ovacionados en el arrastre. Sin embargo, los aficionados recordarán a Gironero, que será tratado "como los reyes" por la enorme bravura que atesora. Se lo ha ganado.