El próximo domingo, la cantante Mara Aranda (Valencia, 1968) ofrecerá en el Museo Etnográfico de Castilla y León (20.15 horas) un concierto para presentar su último disco, "Sefarad en el corazón de Marruecos". Sus canciones, el modo de interpretarlas, los instrumentos utilizados y, en definitiva, el resultado de la actuación es fruto de un trabajo de investigación de décadas, un viaje al pasado a través de increíbles notas musicales que han pervivido hasta el presente.

- ¿Cómo surge el proyecto de grabar una pentalogía sobre la música de la diáspora?

-El proyecto surge después de más de 25 años de interpretación y estudio del repertorio de la música histórica. Música e historia, mis dos grandes pasiones. En 2015 celebré el cuarto de siglo de mi primer concierto tras muchos años de preparación profesional. Desde los primeros pasos como oyente, recuerdo cristalinamente el momento en que escuché aquellas voces desnudas, "aedadas", sin más acompañamiento que el sonido de su voz y el silencio que iba dejando entre frase y frase el intérprete. Generalmente, las mujeres de la casa, auténticas depositarias del acerbo de conocimientos transmitidos, de generación en generación, hasta llegar al siglo XXI, en el que todavía, por ser tal la riqueza que atesoran, se sigue interpretando y captando nuevo público.

- ¿Cómo ha sido la campaña de captación de fondos para poder financiar el primer disco?

-Ha sido, por primera vez, a través de una campaña de micromecenazgo. Significa que los compradores, aquellos que tenían intención de adquirir el disco, lo iban a comprar. Adelantaron el dinero para facilitar el proceso de inversión por parte del autor. Quisimos desvincularnos de la industria discográfica que ha estado ejerciendo un abuso, en términos generales, sobre la obra intelectual y artística de los creadores. Al ser las compañías discográficas quienes hacían la inversión en la fabricación, como contraprestación se quedaban la mayor parte de los derechos de autoría y también de los beneficios que generaban las ventas. Es necesario tener el control sobre tu obra, la creación que tanto exige y que, en muchas ocasiones, con tanta insensibilidad se paga.

- ¿Qué tipo de canciones nos vamos a encontrar en el Museo Etnográfico el próximo domingo?

-Básicamente estaremos presentando "Sefarad en el corazón de Marruecos (2017)", que pertenece a una colección referida a las principales geografías de los judíos españoles, sefardíes, en la diáspora, aunque también incluiremos algunas otras piezas de discos precedentes. A finales de 2017 está previsto que se presente el disco dedicado al repertorio sefardita de Turquía.

- ¿Donde ha encontrado estas canciones? ¿Todavía se cantan en Marruecos o en otros lugares?

-En 2016 recibí una beca de la Fundación Autor que me permitió hacer un viaje a Jerusalén. Iba en busca del "cofre del tesoro", la fonoteca de la Biblioteca Nacional de Jerusalén, donde se custodia el fondo sonoro más grande del mundo. Están los trabajos hechos por Susana WeichShahak, que trabajó allí 30 años y que ha hecho el prólogo musical al disco lo cual me honra muchísimo. Tuve acceso a su trabajo documental, el que realizó durante tres décadas desplazándose a aquellos lugares donde quedaban sefardíes y recogiendo de sus vivas voces los cuentos, consejas, canciones, rezos, cantinelas infantiles y las informaciones que daban los entrevistados en relación a aquel romance que iban a recitar o cantar, o aquella copla, en qué momento tenía lugar... Información imprescindible para después abordar este repertorio como intérprete.

- ¿Cuáles serán los próximos discos de la colección Diáspora?

-Los dedicaremos al repertorio sefardí en Turquía, Grecia, Bulgaria y Antigua Yugoslavia. Son zonas con excepcional cantidad de versiones inéditas o poco interpretadas, que es lo que revitaliza y atrae obviamente a nuevo público y mantiene el que ya tiene este tipo de programa.

- ¿Qué personas están detrás de este proyecto?

-El principal elemento humano en este proyecto es Jota Martínez, especializado en cítolas, laúdes y violas de rueda y director musical del proyecto, que ha dedicado gran parte de su vida al estudio, investigación, interpretación y reconstrucción de los instrumentos de la tradición medieval española. Al ser un disco dedicado a Marruecos invitamos a algunos músicos marroquíes a participar, uno de ellos justo en aquel momento tuvo un contratiempo que le impidió participar y el otro Aziz Samsaoui puso el "kanoun" que abre el disco en la pieza "el marido carpintero". También invitamos a ido Segal, israelí, que incluyó su virtuoso violín en 'decidle a mi amor'. Carles Magraner, que antes citábamos, Robert Cases, Fernando Depiaggi y Chelo Romero.

- ¿A qué público va dirigido este conjunto de canciones sefardíes?

-En nuestros conciertos encontramos público de cualquier edad. Los mayores, sobre todo cuando actuamos en congresos o encuentros de sefardíes, escuchan canciones que recuerdan todavía y las disfrutan enormemente y las canturrean. Los de mediana edad todavía los han escuchado alguna vez de sus mayores y sienten un interés obvio porque pertenecen a sus propias raíces y esas son las que hacen que cada pueblo, cada conjunto humano, sea diferente a cualquier otro, con su personalidad e idiosincrasia. Y las generaciones jóvenes tienen interés creciente en este tipo de repertorios porque son algo con sentido y contenido.

- ¿Cree que la investigación y el trabajo de interpretación está suficientemente valorado por la sociedad?

-El trabajo de investigación es valorado cuando se dan a conocer los resultados. Puede ser un libro, un disco, un invento, un avance en medicina? pero antes de ese resultado ha habido años de trabajo, de inclusive colectivos, organizaciones que son las que mantienen, sostienen el progreso. Los investigadores son clave para la evolución del conjunto humano. No toda la sociedad está preparada para valorar ese trabajo "de trastienda", pero el investigador lo sabe. Yo considero que son personas verdaderamente elegidas porque su trabajo en el anonimato, el silencio, la soledad de años y años es los que alimenta esos espíritus buscadores.

- ¿Cómo es la acogida de sus discos en su Valencia natal?

-Valencia siempre me ha tratado bien. De hecho he querido que por mi intensa relación de generaciones en esta tierra, en los discos aparezcan también temas relacionados con ella. En "Sefarad en el corazón de Marruecos" tenemos el romance de "Búcar sobre Valencia", en el que colaboró el director de Capella de Ministrers, Carles Magraner, como máximo exponente de la música culta y académica en Valencia. Desde 1570, hasta donde me llega constancia genealógica mi familia ha sido valenciana, no se ha movido en un pedazo de tierra que no llega a 70 kilómetros. Mis raíces son muy profundas? pero han comenzado a aparecer apellidos en mis ancestros directos como Salom o Alzamora que se que me llevarán de nuevo a vuestras tierras.

- ¿Le ve futuro a este tipo de música?

-Sí, lo confirma el hecho que hace años me decanté por el repertorio sefardí y con él he dado tantos conciertos en territorio nacional como fuera de nuestras fronteras donde es muy valorado, especialmente lugares como Alemania, donde tanto sufrieron los judíos.

- ¿Qué le parece el trabajo de recopilación musical que se hace en Zamora y Castilla y León desde hace décadas?

-Digno de ejemplo y testimonio de la viveza del folklore en Castilla León. Cuando el mayor archivo de música tradicional de Zamora, León y Burgos fue donado a la Biblioteca Nacional en 2016, propiedad del etnomusicólogo zamorano Miguel Manzano con más de 10.000 registros sonoros, solo puso en conocimiento general una realidad conocida por los musicólogos, folkloristas o músicos de este país. Todo ello promovido por multitud de asociaciones etnográficas, escuelas de cultura tradicional, aulas de baile, canto o instrumentos tradicionales, festivales. Es un territorio generoso en cuanto a folklore y tradiciones y que, además, sus gentes han sabido custodiar y hacerlo crecer.