El pintor Luis Mayo expone por primera vez en la ciudad. En la muestra titulada "Zamora Babel", en la galería Espacio 36-Ángel Almeida, presenta obras de la provincia desde su particular visión.

-Usted expone estos días por primera vez en Zamora.

-He entendido la exposición como un proyecto de año y medio de duración. Durante este tiempo he viajado por la provincia, he leído mucho sobre ella y sobre sus leyendas. Realizo un exhaustivo trabajo de campo porque hago un intento de mostrar mi visión de Zamora a las personas de Zamora pero desde mi óptica, desde mi representación. Con mi pintura intento conseguir la complicidad del espectador y que en cada cuadro descubra elementos que reconoce de la realidad.

-Una representación singular en tanto que opta por pintar dos cuadros en cada una de las obras.

-Hago dos cuadros en uno, en tanto que la parte superior es un bodegón situado sobre una mesa, pero luego es un paisaje. Son dos niveles que dan dos cuadros en uno. El bodegón para mí es un conjunto de objetos simbólicos, las flores, los libros? todo lo que aparece sobre las mesas son un símbolo del paisaje y de la población que aparece entre las patas de la mesa. Esta técnica la trabajo desde una exposición que hice en Estampa hace una década, aunque la he ido depurando.

-Diversas poblaciones de la provincia están presentes en sus mesas.

-Zamora tiene unas comarcas muy distintas que visité y he pintado algunas de las que más me tocaban. Querría haber pintado también los palomares, pero la sala está limitada.

-Además en varias de sus obras sitúa una torre de Babel.

-La torre de Babel es un icono que yo empleo mucho en mi producción. Es un signo de la cultura y de la pintura. A partir de "La torre de Babel", de Bruegel, recreo este símbolo en distintos lugares. En este caso la sitúo en el Esla porque tuve un tío que sirvió en las presas y se me ocurrió explicar esta obra de ingeniería desde la torre de Babel, que un paisaje lleno de abismos fuera resultado de la construcción de esta torre. Es una idea poética, una invención. (Risas).

-También realiza su homenaje a la romería de los Viriatos con banderas blancas en alusión a los pendones.

-No he llegado a ver la romería pero me he manejado mucha documentación sobre ella. Me llamó mucho la atención porque hay otro símbolo en mi pintura, los paños blancos en el bosque y los pendones entroncan de una manera total. A partir de esa coincidencia hay una fusión entre la realidad zamorana y un signo que empleo en mis cuadros desde mi exposición "Encuentros y apariciones". Los pendones que dieron la sorpresa se asemejarse mucho a esas sábanas que pinto. En estas obras la luz tiene una gran importancia porque intento que sea casi hasta un elemento psicológico. La luz intento variarla en la medida que puedo en cada uno de los paisajes. Además la de Zamora me gusta mucho porque tiene matices rosáceos, muy bonita para pintar.

-También presenta paisaje puro y duro como una obra de Benavente.

-Me impresionó mucho el acontecimiento real de la caída de una pasarela. Su destrucción enlaza con obras que pinto de ciudades que se asemejan a Detroit, urbes que han perdido su viveza y que al tiempo que se destruyen se construyen. La pasarela caída, lo que apena, conforma un elemento plástico muy bonito porque hay una belleza en estas ruinas.

-En la selección que ha incluido hay una pintura del taller del escultor Baltasar Lobo. ¿Por qué?

-En el catálogo planteo historias, algunas basadas en personajes reales relacionados con Zamora y algunas con un toque de ficción, que tienen como epicentro a Baltasar Lobo. Estos relatos son una metáfora de mi pintura y en ellos se habla de un jardinero que era compañero suyo, se habla de la obra del escultor y por eso he incluido esta obra que es más pequeña que el resto, a modo de corazón de la exposición, de su taller. Baltasar Lobo es el arte de Zamora y es un autor al que admiro y al que rindo un homenaje en la muestra.