Las faltas de respeto a los profesores o a los compañeros de clase son las causas más frecuentes que provocan que algunos alumnos sean expulsados de clase en sus institutos. El Centro Menesiano Zamora Joven ha vuelto a ofrecer este curso que acaba de finalizar la posibilidad de pasar esos días en su denominada aula de expulsados, una iniciativa que nació durante el curso 2008-2009 y que durante todos estos años se ha consolidado, llegando a ser una herramienta que pueden utilizar todos los institutos de la capital.

"Esta actividad comenzó gracias a una subvención de la Junta de Castilla y León, a través de la consejería de Educación, para prevenir el absentismo escolar. Presentamos nuestro proyecto y nos lo aprobaron", resume Rubén Iglesias, trabajador del centro, que ha estado al cargo durante todos estos cursos. El aula de expulsados ha seguido vigente por el empeño del Centro Menesiano, que no ha tenido nada fácil el poder mantenerlo, debido, principalmente, a la falta de subvenciones. "A menudo hemos contado con el apoyo de otras instituciones, como la Asociación Virgen de La Saleta o la Fundación Santa María", enumera agradecido el orientador. De hecho, este curso se ha financiado con fondos propios y eso ha provocado que no se pudiera poner en marcha hasta el pasado mes de enero.

Iglesias ha cedido este año el testigo de este programa a su compañera Ana Plaza, psicóloga y educadora en el Centro Menesiano. "Los chicos que vienen son menores que por conductas disruptivas dentro del aula han sido expulsados por un periodo de tiempo. Llegan tanto de centros concertados como públicos", apunta la responsable del aula de expulsados.

Aunque los estudiantes que participan en este programa son de toda condición, es habitual que muchos de ellos pertenezcan a hogares desestructurados, "con problemas tanto a nivel emocional como familiar", califica Plaza, aunque también subraya que su conducta en el Centro Menesiano es muy correcta. "Cuando vienen traen bastante buena actitud, siguen las normas con corrección y no solemos tener problemas con ellos. Aunque en ocasiones sean algo vagos, cumplen con su expulsión en nuestro centro sin ningún contratiempo", valora Plaza.

El tiempo máximo de expulsión por parte del instituto es de diez días y en el Centro Menesiano deben cumplir un horario de mañana, de 10.00 a 13.00 horas, con dos descansos durante la jornada. "Desde sus institutos les imponen una serie de tareas durante su periodo de expulsión, que se refieren a lo que prevén que se va a trabajar durante el tiempo que pasen en este aula, así que aquí nos dedicamos a hacerles un seguimiento de lo que van haciendo", explica la psicóloga, quien puede ofrecer a estos alumnos un trato personalizado, puesto que hay un máximo de cinco estudiantes, con edades comprendidas entre los 14 y los 16 años.

Esta opción, que es totalmente voluntaria, una vez que han sido expulsados de sus institutos, "supone un gran beneficio, no solo para ellos, sino también para sus familias, puesto que muchos padres no pueden estar con ellos durante su periodo de expulsión. Son los propios estudiantes los que se comprometen a venir y eso les refuerza positivamente", subraya.

Por último, tras cumplir con la sanción impuesta por su centro escolar, los alumnos regresan a sus clases con sus compañeros habituales "y continúa durante unos días el contacto con los orientadores. Además, aunque no sea a largo plazo, ellos saben que pueden contar con nuestro asesoramiento siempre que lo necesiten", ofrece la educadora del Centro Menesiano.

Este proyecto del aula de expulsados también está incluido en un programa más ambicioso, que incluye la colaboración de entidades como el Ayuntamiento de Zamora o la Fundación Rei Afonso Henriques y que opta a fondos europeos para que, junto con otras instituciones, se pueda llevar la educación de calle -en la que el Centro Menesiano Zamora Joven es experto- al ámbito rural, junto a un programa de absentismo, por toda la provincia.