José Luis Calvo ha recibido la Medalla a la Lealtad Empresarial otorgada por la Cámara de Comercio e Industria, un premio a una trayectoria de 47 años en distintos puestos en Gaza. Calvo ocupó el puesto de director gerente de la central lechera zamorana hasta esta primavera, cuando fue sustituido por Ignacio Quintanilla.

-¿Cuál ha sido su trayectoria en Gaza durante todos sus años en la empresa?

-Empecé a trabajar en la empresa en los veranos a los 14 años. Entonces mi padre era empleado de Gaza y gracias a él empecé. Estuve trabajando durante los meses de verano hasta que terminé la carrera de Ingeniero Técnico Agrícola. Terminé la carrera, hice el servicio militar y me preguntaron si quería empezar a trabajar en la empresa de manera continuada. Dije que sí. Empecé de "chico de los recados", de un sitio a otro con la bicicleta y cuidando alguna máquina, cosas como esa. Después fui ocupando puestos de reparto, ayudante de laboratorio o auxiliar administrativo. En los últimos años toda mi tarea ha sido en el departamento administrativo y en el laboratorio.

-Durante todos estos años tendrá una imagen completa de los cambios que ha experimentado la empresa. ¿Cuáles han sido?

-No somos mucha más gente que cuando empecé, si algunos más, pero no muchos. Ha cambiado mucho la tecnología con la que trabajamos. Hay un verdadero abismo entre entonces y ahora, y eso que las máquinas que teníamos en los setenta eran muy avanzadas para su época. Hemos intentado mejorar la calidad de la leche que vendemos y se ha conseguido consolidar la empresa. Cuando yo entré a la empresa se trabajaban unos 18.000 litros de leche al día. Hoy son más de 140.000 litros diarios. El avance es enorme.

-Durante este tiempo también ha evolucionado la propia marca.

-Sí. Entonces era una marca local de leche. Gaza es la central lechera de Zamora. Las centrales lecheras eran una "institución pública", se daban por concesión administrativa y en Zamora se le otorgó al grupo de ganaderos que conformaban Gaza. Tenía la exclusiva de la venta de leche fresca en la ciudad. En cada capital había una y lo que hacían era tratar la leche, envasarla y repartirla.

-Es el paso de una empresa local a una firma que vende en toda España y en el extranjero. ¿Cómo ha sido ese cambio?

-Ha sido paulatino, una evolución que no ha sido vertiginosa pero que ahí está. La empresa tiene 52 años y ha tenido una evolución natural, sensata, con un crecimiento muy orgánico basado en la solidez financiera desde la fundación. Ha habido mucha sensatez en la dirección para llevar las cosas.

-Supongo que romper esa barrera de lo local no es fácil.

-Ni mucho menos. Nos sentimos muy orgullosos. Cuando nació Gaza nacieron otras 110 centrales lecheras. De aquellas quedamos tres, todas de base cooperativa. Las otras dos son empresas muy grandes, nosotros somos más pequeños porque hemos hecho las cosas de otra manera, creo que bastante bien. Hemos repartido beneficios con los socios, para eso se hizo la central lechera. Si hubiéramos acumulado capital posiblemente hubiéramos crecido mucho más. Los socios tienen, en cambio, un gran sentimiento de pertenencia a Gaza. Es suyo y lo tratan como suyo.

-¿Qué futuro ve en el sector agroalimentario?

-De todos los sectores, ha sido el único que en Zamora ha aprobado con sobresaliente. Tiene grandes perspectivas de futuro para crear puestos de trabajo, pero no todo hay que basarlo en este sector. El crecimiento de Zamora no puede basarse únicamente en el campo. A lo mejor las iniciativas empresariales tienen que mirar hacia otros sectores que también tienen posibilidades. El energético, el textil o el ferroviario, que han jugado un importante papel en Zamora y han caído tanto, también deben ser importantes en el desarrollo de la provincia.

-¿Cómo recibe el premio?

-Con mucha alegría y muy agradecido. Satisfecho de haber culminado la carrera profesional con el reconocimiento del sector, de mis colegas empresarios de Zamora. Hemos pasado ratos complicados, pero estoy muy orgulloso de haber hecho bien mi trabajo y de que así me lo reconozcan.