Son más que figuras. Huelen a infancia, evocan sensaciones e hilvanan generaciones de padres e hijos. Son los míticos playmobil, los muñecos de juventud eterna que regresan al Museo Etnográfico de Castilla y León de la mano de la coleccionista zamorana Mónica Campos, artífice del diorama "Vacaciones, ¿mar o montaña?". La original muestra permanece abierta desde ayer en el espacio de recepción de la calle de Corral Pintado, con entrada libre y gratuita.

-Son muñecos sin nariz, sin rodillas ni dedos... ¿Qué tienen los playmobil que enganchan tanto a pesar de ser tan sencillos?

-Su variedad. Cualquier cosa que se te ocurra puedes encontrarla, hay todo un mundo en torno a ellos. Además, son muy vistosos y recrean situaciones muy cotidianas pese a su sencillez.

-¿De dónde le viene esa afición tan incondicional por los tradicionales "clics"?

-Yo creo que todo parte de una frustración. Mis primos tenían muchísimos playmobil de pequeños pero nunca nos dejaban jugar con ellos. A mí me encantaba de niña jugar con cosas pequeñas y colocarlas cuidadosamente... los deseé tanto que con el tiempo se convirtieron en esta afición que he transmitido a mis hijas.

-Los playmobil se han convertido en objeto de culto por muchos coleccionistas. ¿Son más que una moda?

-Y tanto. Hay gente que vive de ello. Los que desconocen el mundo playmobil no se dan cuenta de su magnitud, pero hay ferias nacionales e internacionales de forma constante con exposiciones de nivel altísimo. Además, hay un mercado de segunda mano del que vive mucha gente. Para mí es un hobby pero para otras personas es un modo de vida más que una afición. También te digo que es contagioso porque raro es el que me acompaña en alguna aventura de este tipo y no se engancha para iniciar su propia colección.

-Las piezas de playmobil se revalorizan con el tiempo hasta alcanzar cantidades impensables para los ajenos. ¿Se plantea vender algunas de sus piezas más especiales?

-Nunca. Pero ni las más especiales ni ninguna. Ni las que no uso y tengo guardadas en cajas. Se vuelven imprescindibles y son muy especiales. La colección es mía y de mis hijas y, aunque está mezclada, si tuviéramos que separarla cada una sabríamos a la perfección de quién es cada pieza.

-Se trata de la tercera exposición que coordina. ¿Qué tiene de especial?

-A mí me hace un ilusión enorme poder compartir con la gente esta exposición. Para mí es algo muy especial que me emociona porque está muy ligado a la infancia de mis dos hijas.

-¿Qué recreaciones encontrará el visitante en la muestra?

-Van a encontrar una pequeña parte de la colección de playmobil familiar con la recreación de muchos episodios habituales en las vacaciones de cualquier persona: desde ratitos de playa con el cubo, la playa y el rastrillo hasta las colas para entrar al baño pasando por cumpleaños, huertos y helados en plena naturaleza. Son, en definitiva, pequeñas escenas de la vida cotidiana porque me gusta refleja en mis exposiciones la cotidianidad y darle el mayor realismo posible. Ahí está en su encanto y lo que la gente más valora.

-¿Cuántas piezas compone "Vacaciones, mar o montaña"?

-Más de 200, aunque suponen solo una pequeña parte de mi colección, con más de 600. Aunque para mí lo más importante no es tanto el número sino las diferencias entre los distintos mundos de playmobil. Hípica, bosque, montaña, playa, indios, mucha ciudad... es todo un universo. La más especial es una colección victoriana que voy rastreando por mercadillos con piezas muy valiosas que yo voy coleccionando como un auténtico tesoro.

-La pieza más antigua, la más pequeña y la más voluminosa del diorama.

-Las más pequeñas son las conchas del fondo marino, aunque también está un erizo escondido entre los pinos. La más grande es la casa de la montaña y la más antigua es la ropa victoriana que lucen las floristas del huerto. Llevan muchos años conmigo y son mi talismán, no hay exposición donde no aparezcan, lo mismo que ocurre con un abuelito en una silla de ruedas porque me parece que cumple un papel fundamental entre tanto ambiente festivo e infantil. Es un pequeño guiño a los abuelos. Por el contrario, la pieza más nueva es un pescador y tiene solo unas horas, fue un regalo muy especial de dos niñas.

-¿Cómo ha sido de laborioso el proceso de montaje?

-Más de mes y medio de trabajo y muchas horas empleadas en el diorama. Las últimas tres semanas hemos estado a tope, dedicando todo el tiempo al margen del trabajo a ello. Pero no me importa, disfruto tanto que lo de menos son las horas empleadas. Un diorama de playmobil exige replantear infinidad de veces, constantemente, hasta que lo ves terminado. No tengo palabras para agradecer a todo el equipo que ha colaborado conmigo, en especial, a Rodrigo Villar y a Antonio Merino. Sin su apoyo incondicional nada habría sido igual. Y, por supuesto, al Museo Etnográfico.

-¿Algún proyecto futuro en mente?

-Lo que más me gustaría es no estar limitada por los espacios para que no se queden piezas en la recámara y poder mostrar toda mi colección. A ver si alguien recoge mi propuesta y podemos hablar pronto de un cuarto trabajo de mucha más envergadura.