La subasta de la finca y la vivienda de Ramón Álvarez en Toro quedó desierta ayer en Valladolid, lo que da un verdadero respiro a la familia para intentar llegar a algún tipo de acuerdo con la Agencia Tributaria. El lote salió por un valor superior a los 200.000 euros y no hubo ningún interesado en adquirirlo. "Gracias a Dios, ha sido un gran desahogo", aseguraba el propio Álvarez al poco de conocer la noticia. Además, según indica el propio afectado, la Agencia Tributaria ha manifestado su intención de que, en segunda subasta, la finca vuelva a salir por unos 200.000 euros, algo que reduce las posibilidades de encontrar un comprador y que Álvarez califica que "estrategia política".

Los plazos, en principio, se mantienen invariables. Esto significa que Hacienda dejará pasar al menos seis meses hasta que la propiedad de la familia, que incluye la vivienda y una granja y huerta ecológicos (que representan el sustento actual de Ramón Álvarez y su mujer) vuelva a salir a subasta. Plazo suficiente, esperan los afectados, para intentar llegar a otras soluciones.

"Me encuentro bien, con más energía", asegura Álvarez alrededor del mediodía de ayer. "Tras la noticia de esta mañana", por ayer, "creo que puedo aguantar otros 10 ó 15 días perfectamente. No me gustaría llegar a ese extremo, intentaremos llegar antes a algún acuerdo", añadía.

La última oferta que la Agencia Tributaria ha hecho a la familia, cuya deuda asciende a aproximadamente 120.000 euros, es pagar al contado 90.000 y financiar el resto, algo "inasumible" para los afectados, explica el propio Álvarez. "Mis amigos me han ofrecido dinero. Es triste, pero es así. Quiero hablar con ellos (con Hacienda) para explicarles lo que tengo, lo que puedo dar. Si aceptan lo que tenemos, mi hija intentaría vender el piso que tiene en propiedad, ir al banco y sacar todo el dinero del que dispongamos para pagar la deuda. Mi intención es no levantarme de aquí hasta que no tenga algo firmado, algún tipo de compromiso por parte de Hacienda para llegar a acuerdos. Si ahora me voy", aseguraba Álvarez, "todo lo que hemos luchado hasta ahora no serviría para nada. No quiero irme hasta no haber alcanzado una solución", zanja.

Álvarez estima que "si nos levantamos sin nada firmado, al final volverán a subastar la finca y nos seguirán pidiendo 90.000 euros, algo que no podemos asumir". El afectado asegura que tiene "una lucha" con su familia. "Me piden que me levante, pero quiero seguir. Si no conseguimos nada, lo que hemos hecho hasta ahora es una bobada. Además, creo que irme ahora, sin haber conseguido nada, es una falta de respeto por mi parte de cara a toda la gente que me ha apoyado".

Con todo, la situación de la familia es "mucho mejor" que la que había el lunes por la tarde, horas antes de celebrarse la subasta y cuando la familia todavía no sabía si un posible comprador podía dejarles sin casa. "Es un colchón enorme para tener unos días más de aguante".