-Regresa a la ciudad con una obra en la que a su personaje le dicen que le quedan 90 minutos de vida, un hecho contundente.

-Sin duda y el juego que le proponemos al espectador rompe con lo que se espera. La primera impresión del público es la de desconcierto porque me dirijo a él y le explico que como me queda tan poco tiempo no les voy a hacer el espectáculo que estaba previsto ni nada, que si quieren marcharse, lo hagan e incluso que si quieren denunciarme, que lo hagan pues a mí me va a dar igual. Inicialmente la gente no sabe si yo mismo, si estoy interpretando a un personaje, si estoy haciendo de mí mismo?(risas) es un arranque desconcertante que lleva el sello de Ramón Fontserè, el director de la obra y también de Els Joglars, que vive dentro de un escenario de teatro.

-¿La obra tiene la firma de la mítica compañía de teatro?

-Tiene la mano de Quim Masferrer, uno de los fundadores del Teatro de Guerrilla y un hombre que es un genio. Es uno de los actores más conocidos en Cataluña que lleva haciendo teatro media vida y que escribió esta obra para él y me la regaló generosamente. Él lo hacía en catalán y pensó en mí para representarla en castellano. Cuando leí el libreto supe que era un gran regalo, algo que no es habitual.

-¿Es uno de los papeles más singulares que ha interpretado?

-Sí dentro de mi trayectoria teatral. Ramón ha conseguido que yo transmita en el teatro esas emociones tan intensas que veía que mis compañeros de profesión hacían llegar al público y que me fascinan. Hasta ahora yo había hecho más comedia y un teatro más coral. Es la primera que transmito tantas emociones al público y de la mano de este director he subido un escalón interpretativo.

-¿Y ha afianzado su vocación?

-Creo que no hacía falta (risas) porque me apasiona lo que hago, lo cual es una suerte, sin duda. Él ha conseguido meterme en la esencia del teatro. Fontserè ha sido el director teatral que por el momento más me ha marcado y es uno de los mejores actores de Europa.

-Sobre la escena ¿está usted solo?

-No, hay otro personaje que es muy onírico, algo que le gusta mucho al director, que no se sabe si es el bedel del hospital donde estoy, que habla con Dios y con él aparece un cronómetro en la escena. En la obra mi personaje se da cuenta que no tiene nada que perder, por lo que habla de todo pero partiendo de que mi libertad acaba donde empieza la de los otros y que se puede hablar de todo pero sin ofender. Arremeto contra mí mismo, la política, la monarquía, el sistema social, los toros... La versión catalana era más ácida mientras que esta función la he hecho mía.

-¿De qué manera lo logró?

-Adaptándolo a mí. Tengo una manera distinta de decir las cosas que va en la línea de mí hacer teatral y vital. El texto catalán era más cáustico y el mío es menos ácido.

-La muerte está presente en la obra, pero ¿hablan de ella?

-Se plantea el tiempo que te queda de vida pero no hablamos de ella como tal. No se menciona la causa de mi muerte sino que el tiempo se acaba, lo corto que se hace? resulta un aspecto fundamental en el montaje. Creo que en la vida como en la muerte el sentido del humor es fundamental. El sentido del humor sirve para todo incluso para cuando te estás muriendo. El público se da cuenta de que es una comedia cuando han visto ya unos diez minutos de función.

-Lo más complicado de su papel ¿qué ha sido?

-Transmitir al público las emociones. Decir las cosas al público de tal forma que parezcan verdad y que sea la primera vez que lo dices y, sobre todo, he aprendido a escuchar al público. A veces en las representaciones lanzo preguntas al público como cuánto tiempo creen que les queda a ellos...

-El tiempo es fundamental en el espectáculo pero para Jorge Sanz ¿todo tiempo pasado fue mejor?

-Lo mejor siempre está por llegar. Uno cada vez está más preparado y cultivado y lo mejor está todavía por llegar.

-Usted tiene una amplia trayectoria. ¿Qué le queda por hacer artísticamente hablando?

-Me gustaría poder hacer aquello que me gusta aunque el oficio vive momentos complicados. Ha sido una inmensa suerte poder hacer la serie de "Qué fue de Jorge Sanz" con David Trueba y este proyecto ha sido un gran paso en mi carrera. Creo que el verdadero éxito de un actor no es hacer un personaje por el que te recuerden sino perdurar en el tiempo. Los actores ahora no gustamos porque somos un gremio que tenemos acceso a los medios y decimos lo que pensamos algo que ahora mismo no gusta. Me da pena que se haya perdido el sentido del humor a nivel público aunque España es un país al que nos gusta que nos cuenten chistes. Me apena que hayamos tenido un ministro de Cultura que ahora es el presidente del Gobierno que dice que no ve cine español. No obstante, nosotros vamos a seguir haciendo cine y espectáculos porque España es un país de cineastas, de contadores de historias, de cómicos? de artistas.

-¿Qué proyectos tiene a corto plazo?

-En breve comenzaré el rodaje de una serie para TVE de la que no se pueden dar más detalles y seguiré con esta obra tan fantástica.

-Habla con pasión de su experiencia a las órdenes de Ramón Fontserè. ¿Volverán a trabajar juntos?

-Ojalá pero no sé ni en qué proyecto ni cuándo, pero me gustaría.