El primer ranario del país requiere una inversión "no muy grande" en comparación con el dinero que necesitan otro tipo de iniciativas. De otro lado, sí es necesario "tiempo" para desarrollar el proyecto y las instalaciones y, sobre todo, la presencia de mano de obra experimentada. El propio ranario requeriría la participación de una decena de trabajadores, otras diez para el matadero y distinto personal para atender las dependencias auxiliares.

Pero si hay una palabra que el ingeniero zamorano Fabián Simón no para de repetir es "sostenibilidad". Para el joven emprendedor resulta fundamental encontrar "un producto que se pueda vender en España" con un orden "mediambiental, económico y social" que podría tener "un impacto increíble" en el ámbito rural. De momento, la oficina para las tareas administrativas se ha establecido en la capital, pero Simón tiene ya decidido que las instalaciones del centro, que podrían estar activas en un par de años, se abrirán en Carbellino de Sayago.

Si todo va bien, en un par de años podría iniciarse la importación de rana viva para hacer la primera selección. A partir de ahí, buena parte del camino ya ha sido recorrido. La comercialización es uno de los aspectos más avanzados. "La rana tiene muy buena aceptación en los restaurantes. En colaboración con Antonio González, hemos creado una serie de recetas para hacer distintos despieces y precocinados", añade Simón.

En realidad, de la rana destaca su bajo contenido en grasas y la posibilidad, según los expertos, de poder aprovechar todas sus partes, desde las clásicas ancas hasta las huevas, el hígado o la piel, gracia a la apuesta de la nueva cocina.