Cuando vamos camino de los dos meses desde que se produjera el "zafio despropósito" perpetrado por el alcalde Piornos y sus secuaces contra los honorables restos de D. José Blas Vega, la vida continua, y así, la habitual programación de la Peña Flamenca con sus conciertos para socios vuelve a escena hoy sábado. La actuación tiene lugar en su sede social de Peña Trevinca a partir de las 21 horas.

Una vez más, la velada nos ofrece diversos alicientes dignos de mención.

Sin dudarlo, el debut en Zamora de un cantaor de los que cada vez más se cuentan con los dedos de la mano, es el mayor atractivo. Luis Perdiguero, flamenco hasta el tuétano, es de esos artistas que han hecho de este hermoso y bello arte algo que trasciende con creces a la interpretación musical -que como toda manifestación artística está sujeta a mejor o peor ejecución- es de los que se dejan atrapar completamente por este universal arte haciendo del mismo una forma de vida. Por eso puede decirse que desde antes de que le salieron los dientes, Luis inicia su andadura por y para lo jondo: "de morir, me gustaría que me pillara cantando".

Nace en Málaga hace treinta y ocho primaveras, aunque desde muy joven la familia se traslada a Antequera donde pasa gran parte de su vida. Actualmente reside en Marbella. Su árbol genealógico hunde raíces en Jerez. Nieto de Tío Paulera, bisnieto de Tío Giti -marido de Tía Anica la Piriñaca- y familia directa de Los Zambo. De excelente eco gitano de voz, cuajado de compás, se muestra penetrante con el cante festero, particularmente en los tangos, y trágico con soleares y seguiriyas. Sin embargo, y a aún dicho lo anterior, esta rara avis del género jondo jondo no había visitado nuestra ciudad, lo que demuestra que, afortunadamente, todavía "quedan especies por descubrir". Tiene dos discos en el mercado. "Vente tu conmigo" de 2007 y "Cantando a Luis Rojas" en 2011.

Lo acompaña uno de los "siete mágníficos", el gran Antonio Carrión. Tocaor cabal donde los haya y sobradamente conocido por nuestras tierras, no en vano es considerado por no pocos el número uno de la sonanta de acompañamiento actual.

Mimbres no faltan. Ahora hay que hacer el cesto.