Media docena de Carmelitas vivían en el convento de las Benedictinas, derribado por la expansión urbanística del "boom" inmobiliario. Acomodadas con las Juanas, el convento no era de su agrado y adquirieron un terreno en el alto de San Frontis para hacerse uno nuevo con sus ahorros. Al final el Obispado puso pegas a construir el inmueble y las monjas acabaron en Toledo. Pues bien el solar está tapiado pero abandonado, y le han robado puertas y cerramientos metálicos. Una pena.