En mi volumen Zamora en la literatura (1976) ya ofrecí una serie de poemas (y algún texto en prosa) de Blas de Otero (1916-1979), dedicados a diversos lugares de la capital, como las aceñas, el Duero, el puente de piedra, su cielo, sus crepúsculos, y también de pueblos: La Hiniesta (Inhiesta, dice él), Villaralbo€ Y escribía también en aquel libro: «En varias ocasiones Blas de Otero ha estado en Zamora, recorriendo las calles de la ciudad y sus pueblos, próximos o a varias leguas de la capital, que el poeta recuerda en sus libros. Pero, según confesión propia, la mayor parte de los escritos que reproducimos nacieron recordando un verano zamorano, un verano de 1953 o 1954 -Blas de Otero no recuerda con exactitud el año- y en el cual entre paseos, lecturas e informales tertulias con vino de la tierra protagonizando momentos de amistad, Blas quiso empaparse de un sol de agosto oliendo a siesta».

Parece que esos textos recogidos en mi libro han tenido cierta repercusión, pues se han reproducido en algunas ocasiones e incluso en una de ellas comenzando, como yo lo hacía, haciendo el paralelo Blas de Otero/Unamuno, pero, eso sí, sin citar la fuente original. Ofrecemos ahora otro poema de Blas y que José Luis Cano conservaba inédito hasta que lo publicó en la revista Cuadernos hispanoamericanos (noviembre de1976, pp. 280-281):

Avanzando, cayendo, avanzando.Quiero hablar con un hombre:Hablo con Blas de Otero.Escucho su andar grave,Su apresado silencio.En su lenta palabralate , puro, su verso,y en sus manos paradaslate, puro, su verso.Como campanas suenansus palabras. Toledolas oye desde el Tajo-va desnudo su pecho-.En Avila y Segoviason lágrimas ardiendo,en Zamora acaricianla cintura de Dueroy en Salamanca boganpor el más hondo cielo.Callan en Sierra Aitanay al callar suena el sueñode otra España que aúncontemplamos de lejos.Aún pide su palabrala paz y el claro reinodel hombre y su justicia,el clamor del obrero.Avanzando va Españaavanzando y cayendo.Un golpe la derribajusto en medio del pechoa traición, pero ella,contra marea y viento,ciervo herido, ira pura,sigue avanzando, abriendoventanas y cerrojos,pozos ciego y puertoscerrados para el mar,para el aire y el fuegoque han de dar libertadal hombre verdadero.Con Giner y Machadocon Lorca y con Vallejo,al final, en la luz,le espera Blas de Otero.