En septiembre fueron anfitriones y ahora están devolviendo la visita mientras aprenden un poco de castellano y mucho de la cultura zamorana. Ty Wensley, Mikayle Holroyd y Chlöe Cruz son tres estudiantes canadienses del instituto Inmaculata Regional High School de British Columbia que pasan estas semanas en Zamora, en las casas de los alumnos Ángel Francisco, Marina Álvarez e Inés Carmen Pablo.

En el instituto La Vaguada, que acoge este programa de intercambio por primera vez, todo han sido facilidades. "Les hemos ofrecido un horario de asignaturas que se adaptaran a su edad y a su nivel de conocimientos, intentando salvar la barrea del idioma. Además, les hemos dejado elegir asignaturas como el módulo de fotografía, en la sección de Imagen y Sonido", explica la profesora del departamento de inglés, Teresa Fínez. Y siempre con el apoyo de otros alumnos del centro. "Eso les ha servido también para que no se sintieran perdidos y para conocer a más gente, que se integraran en otros grupos y niveles", añade la profesora.

Es la primera vez que este grupo viaja fuera de América. "Hemos visitado Estados Unidos y México, pero es la primera vez que volamos a Europa", señala Ty Wensley. Los tres apenas tienen conocimientos del idioma -al contrario que los estudiantes zamoranos, con un alto nivel de inglés-, ya que comenzaron a aprenderlo hace tan solo unos meses, cuando se enteraron de que eran los beneficiarios de esta beca de estudios, que les daba un pasaje directo a Zamora. Así que esta estancia les han animado a "ponerse más en serio" con el español "y aprender de una manera más continuada", promete Mikayle Holroyd.

"Hemos querido que se sientan como en Canadá, pero a la vez que aprendan las diferencias que existen, tanto culturales como a nivel de vida", comenta Inés Carmen Pablo.

"Está siendo una experiencia increíble", agradece Ty Wensley. Su anfitrión, Ángel Francisco, explica que la inmersión en el día a día de la familia ha sido total. "Es uno más, ayuda a poner la mesa, a realizar las tareas de casa... es como un hermano", califica. Junto a su familia, le han llevado a conocer diferentes rincones como Sanabria, ciudades como Valladolid e incluso han cruzado la frontera para viajar a Portugal.

La convivencia en las casas también hace que los padres de los alumnos zamoranos se integren en la experiencia. "Saben algo de inglés también, pero les suelen hablar en español para que ellos practiquen. Pero se entienden incluso con gestos sin es necesario", indica Marina Álvarez.

Antes de regresar a Canadá, el próximo 15 de abril, y aprovechando las vacaciones de Semana Santa, tendrán la oportunidad de conocer de primera mano una de las tradiciones más arraigadas de la ciudad. En principio, reconocen que los cofrades les "asustan un poco" por su indumentaria, tan extraña para ellos, pero los compañeros zamoranos se encargarán de que cambien de opinión. "Es todo un shock cultural, porque es algo totalmente diferente a lo que nosotros estamos acostumbrados", justifica Chlöe Cruz.

En lo que también coinciden los tres alumnos canadienses es en que la comida aquí es "fabulosa", según describen. "Sobre todo la paella", apunta Mikayle Holroyd.

Esta experiencia, tanto para los estudiantes zamoranos como para los canadienses "es una experiencia incomparable, tanto por lo que obtienen a nivel educativo como por la apertura de miras, la perspectiva del mundo y el crecimiento a nivel interior que obtienen. Y es una suerte poder vivir todo esto", finaliza la profesora.