Cosificar, empoderar, deconstruir, micromachismos, concienciación, patriarcado, misoginia... Las tres adolescentes, Candela Martín, Laura Rodríguez y María Mayor manejan la terminología con soltura y conscientes del significado de cada una de las palabras con las que el feminismo reivindica el derecho de la mujer a ocupar su espacio en la sociedad como persona sin cortapisas por su condición sexual. Y que el hombre, por el mero hecho de su serlo, deje de tener una posición de privilegio y poder" frente a la mujer.

Curiosamente tomaron el testigo de la iniciativa de un amigo, otro adolescente de 17 años, "fue el que empezó", cuenta Candela, "pero siendo un hombre no puedes hablar desde la experiencia", agrega María. Ese fue el embrión de la Asociación Feminista Toffana (nombre de un alquimista del siglo XVII), creada hace seis meses y legalizada en enero pasado con 45 socias, aún sin sede, a expensas de que el Ayuntamiento de Zamora les conceda un local donde reunirse, ya solicitado.

Tienen muy claras las razones por las que decidieron organizarse. Y las enumeran sin esfuerzo, conscientes de que existe "un retroceso en el entorno" en lo que a la igualdad entre hombres y mujeres se refiere, explica Candela; entre sus compañeros, "la situación de machismo que se daba en clase", apunta, Laura; y las actitudes "misóginas" de familiares más directos, añade María. Y los episodios en los que se sienten "cosificadas", tratadas como objetos sexuales, "los piropos" machistas, "las miradas" cuando pasean por la calle e incluso los comentarios de compañeros por su forma de vestir: "no llevas sujetador", "se te ha olvidado la camiseta", más propios de un pasado en el que la mujer estaba confinada en la casa, en "tareas" del sexo femenino, del "género femenino", corrijen.

Sienten coartada su libertad como mujeres, como personas, y hablan de ello sin cortapisas, de frente y con plena consciencia de que les queda por delante la tarea de trasladar el mensaje a otras chicas de su edad, "para que empiecen a empoderarse", apunta María, la presidenta de Toffana, "y a darse cuenta de la presión que sufren". Por el hecho de ser mujer, "te bombardean con cánones" que debes seguir, "te hipersexualizan". Ahí están los juguetes de niños y niñas, "hay padres que pegan a sus hijos por jugar con muñecas". Y los colores, las profesiones..., "¡que tendría que estar ya todo más pasado...!", comenta harta de los estereotipos.

Toffana busca también influir en ellos, hacer una labor pedagógica con los adolescentes y jóvenes para "que empiecen a deconstruirse, a ver las cosas que hacen mal". Estas feministas del siglo XXI persiguen "hacer más visibles los micromachismos", con un ideario que podría trasladarse a otros tiempos en los que la represión se llevaba a cabo de forma más burda y evidente porque lo femenino era sinónimo de debilidad y sometimiento. Las formas de control se han vuelto más sutiles en estos últimos años, bajo un barniz de liberación que esconde formas y actitudes que continúan relegando a la mujer a un segundo plano en la sociedad en general.

Laura recuerda cuando ella "creía que los chicos podían tener celos y el control sobre su pareja", que no era malo. La militancia feminista le ha servido para verlo como "posesión. Y si veo falta de respeto, se acabó". Incluso, "pensabas que era porque te quería", agrega María, "pero al final ves que lo que busca es tenerte atada, que no seas tú misma", completa Candela. La violencia de género, la psicológica especialmente, "los insultos" y las actitudes despectivas, "se ve a nuestra edad", es otra lacra a combatir desde la educación en igualdad.

Saben que la tarea es ardua, "de mucho tiempo", que no contarán con el respaldo de muchas y muchos, los mismos que ya les llaman "pesadas", "exageradas" cuando corrigen una expresión o una actitud machista. Feminazis es el nuevo término que han acuñado quienes luchan desde el lado opuesto para enterrar la corriente que reivindica a la mujer como persona en sus múltiples y dispares facetas personales, familiares sociales. "Comparar el feminismo con el nazismo que mató a millones de personas, cuando nosotras lo que intentamos es que no nos maten" es una aberración, declara María. Solo deja traslucir "el miedo de los hombres a perder sus privilegios. Buscan ridiculizarnos", cree Candela. La expresión ha calado entre algunas chicas, "alienadas" y a las que no es difícil escuchar insultos hacia iguales que actúan fuera del rol que el machismo atribuye a las mujeres. Y las llaman "guarras o putas por las decisiones que toman a la hora de vivir su cuerpo de determinada forma". Candela admite que antes de militar en el feminismo, de ser activa defensora de sus derechos, "también juzgaba a las chicas por su forma de vestir o ir por con chicos".

Tienen una mala noticia para los que creen que su posicionamiento son "ideas de chavalas, del Twitter, que ya se nos pasará": trabajan desde la convicción de que la sociedad debe cambiar y devolver la dignidad a las mujeres. "Ser joven te resta credibilidad", advierte Candela, pero sus 16 años no le impiden explicar a fondo qué le mantiene en esta causa, al igual que a Laura y a María, de la misma edad.

Fue a través de Twitter como empezaron a leer sobre el feminismo y a interesarse por este movimiento necesario, a su entender, desde el que Laura invita a las jóvenes "a luchar para ser libres y poder llegar a estar en igualdad de condiciones que los hombres. Para que ellos se den cuenta de que están en una situación de superioridad respecto de las mujeres y se intenten formar sobre el feminismo". En definitiva, "que las chicas se empoderen" para ser libres e iguales.