"Será difícil quitar el gusanillo". Clemente Castaño, exjefe de la Comisaría de Zamora y policía las veinticuatro del día, se enfrenta ya a la "nostalgia" de esa vocación que le enganchó ya con 18 años, cuando entró en la Policía Nacional. Observador, perspicaz, inteligente, detrás del gesto duro y frío esconde la empatía y sensibilidad hacia cuestiones sociales que dice le ha dado su profesión.

-Policía de vocación, desde bien joven le gustaba aquello de investigar, ¿por qué lo tenía tan claro?

-No lo sé, quizás por el tipo de educación que uno recibió de pequeño, creía en la seguridad de las personas, en la libertad, en una serie de principios que me inculcaron de pequeño y veía en la Policía la forma de materializarlos. Cuando terminé mis estudios preparé en Ciudad Rodrigo, mi tierra natal, la oposición, con temario largo y difícil, e ingresé en la Escuela de Madrid.

-¿Cómo encajaba el hijo de un agricultor en la Policía Nacional?

-En aquellos tiempos, había que buscar una salida y, a pesar de que no tenía antecedentes en la familia, me atraía la investigación, conocer mundo, personas y, sobre todo, dar seguridad a los ciudadanos, un ideal que después fue la realidad de mi profesión, servir a los ciudadanos en toda la extensión de la palabra porque somos servidores públicos ante todo, a ello me he dedicado durante 44 años.

-¿Qué le llamó más la atención, le sorprendió, y qué encajaba con la visión que tenía aquel chico de 18 años de un policía desde fuera?

-Me incorporé a la plantilla de Gerona al jurar el cargo, que escogí de forma voluntaria porque quería conocer mundo. Cuando vi al comisario, un señor muy mayor y pensé "yo también quiero llegar a comisario". Mis primeros pasos no fueron en la investigación, fui destinado al aeropuerto de la Gerona-Costa Brava, con un volumen de trabajo tremendo, con cien aviones de entrada y salida en un viernes, pero no era lo que yo buscaba, era controlar pasaportes, no era un trabajo de investigación.

-Buscaba acción...

-Poco a poco pude convencer a los jefes de que a mí me iban otras cosas y conseguí meterme en lo que era la Brigada de Investigación Criminal, un nombre bien bonito que ha desaparecido, ahora se llama la Brigada de Policía Judicial que investiga los crímenes y demás delitos. Así conocí los barrios conflictivos de Gerona: el Chino, Sal, Santa Eugenia, Saba, Las Barracas..., donde vivía una población muy marginal y conocí a personajes muy interesantes.

-¿Cómo ha ido evolucionando la delincuencia común en estos 44 años?

-En la transición era muy agresiva, muy violenta. Los delincuentes solían ir con armas de fuego o blancas y había bastantes robos con intimidación. Estaba el boom de los atracos a bancos, no había las medidas de seguridad actuales. Teníamos mucho trabajo: robos en domicilios, en de vehículos.

-¿Qué diferencia hay entre aquel delincuente y el actual?

-Eran autóctonos, de la propia ciudad generalmente, podían venir de otras ciudades, pero había poca movilidad. La delincuencia actual es organizada, prácticamente no hay autóctona. Hoy se desplazan de un país a otro de Europa en un mismo día, he tenido casos, como el de la falsificación de tarjetas de crédito robadas en Milán: en la misma mañana viajaron a Madrid y a Salamanca, y se les detuvo cuando sacaban dinero de un cajero.

-¿En esa movilidad radica la dificultad para combatirla?

-Sí. Conlleva otros métodos de investigación, prima la coordinación policial, esencial para tener éxito.

-¿Cómo ha ido variando el "negocio" del tráfico de drogas?

-Hasta finales de los años 70 del siglo pasado prácticamente no había droga, empezó a finales de esa década. En principio, era un tráfico muy localizado hecho por una delincuencia marginal, una etnia concreta especialmente. La cocaína ha estado dominada por ciudadanos de latinoamérica, donde se produce la hoja de coca y ahí surgen las grandes organizaciones que han tratado de introducirse en España.

-Ahí sí que no ha cambiado mucho la forma de organizarse, ¿no?

-No ha variado, siempre han usado terminología particular para hablar de coca, de droga. En los tribunales habrás oído diferentes nombres para referirse a ella (una barra de pan, un litro de leche...). En este terreno, hemos tenido bastante éxito y se han desarticulado muchas organizaciones, pero eso mueve cantidad de dinero y requiere un trabajo muy compaginado con la Fiscalía y los juzgados.

-La trata de seres humanos, la prostitución, era uno de los delitos que más le preocupaban.

-Siempre ha sido un negocio muy atractivo para los delincuentes. Se ha especializado por organizaciones fuertemente estructuradas, de carácter internacional. Es un delito de lesa humanidad, deplorable, trafica con seres humanos, los esclaviza y reduce a mera mercancía. En el siglo XXI no debería de existir. La Policía debe darle respuesta, debe ser una preocupación constante, es uno de los negocios ilegales más grandes de hoy en día e incide en la libertad de la persona, la anula.