-El Ayuntamiento se ha desvinculado de los actos de naturaleza religiosa. ¿Qué opina?

-Cuando se hace esa separación al principio duele pero luego se ve que tenía que ser. Cuando vine había la costumbre de que en el Corpus subiera el obispo al balcón y desde allí diera la bendición con la custodia. Subí los primeros años pero me parecía que era algo más propio de otros tiempos. Lo pensé, se lo dije a la entonces alcaldesa, Rosa Valdeón, y lo eliminamos, de lo cual me alegro. Además debo decir que las relaciones del Obispado y del obispo con el Ayuntamiento y con su alcalde son buenas.

-La plegaria del Silencio ahora la realiza un hermano.

-Me parece muy positivo que la cofradía haya optado por que sea un hermano quien la realice, pero agradecería a la directiva que me comunicara quien la realiza no enterarme por los medios de comunicación.

-¿Qué retos tiene por delante la diócesis de Zamora?

-La evangelización para que las generaciones más jóvenes no se vayan de la Iglesia sin saber nada de ella porque no ha habido presencia, acompañamiento y palabra, por eso insisto a los sacerdotes que en cualquier ocasión estén con el pueblo y sintonicen con la gente que es nuestra razón de ser.