No es un cantaor al uso. Tiene garganta, duende, quejío y, más que nada, cabeza, lo más raro. Flamenco y docente, gitano, reflexivo, hombre de su tiempo, angloparlante, capaz de componer, de innovar, de entender que el jondo tiene pasado, presente y futuro, que es fuente de inspiración, que puede estirarse y renovarse sin que se abran los cielos. El "Niño de la Fragua" bebió del arte de su abuelo, el Tío Juane, de su tío, Nano de Jerez, y se ha empapado de Manuel Torre, Agujetas, Mairena, Terremoto, Mojama, Camarón, Morente... El sábado estará en Zamora junto a Manuel de la Fragua, Coral de los Reyes, Eva de Rubichi y Juan Moneo (al toque).

-Cantaor y docente que vive de enseñar, ¿no me diga que ese híbrido es habitual en el mundo del flamenco?

-No, no lo es. Pero es así. Lo que yo pretendo es vivir del flamenco y ganarme la vida con la docencia. Desde pequeño tenía claro que era necesaria la formación. He encontrado mi horma en la docencia y puedo ganarme la vida enseñando. Eso me permite no envenenar ni intoxicar mi relación con el flamenco. Nunca cantaré si no me apetece...

-Y su gente, ¿como acepta esa dualidad?

-Bueno, así, así. Me siento todavía el bicho raro de la familia, el fino, pero cada uno tiene que responder de lo que es y yo lo hago. Con orgullo.

-Siendo niego del Tío Juane, usted tiene que ser cabal y clásico a la fuerza.

-He sido cantaor clásico en origen. El arte necesita personas que vengan de donde yo, de lo ortodoxo, pero que no tengan miedo a romper barreras. Necesitamos de la rebeldía, tenemos que ser un poco revolucionarios. El lema es: sin miedo y con respeto.

-¿Pero no es tan fácil, siempre hay quien vive anclado en las supuestas glorias del pasado?

-En esta vida hay que ser valientes, sacar lo que uno lleva dentro. Es preciso apostar por lo que uno cree. No se puede estar toda la vida copiando a otros, imitando su forma de cantar y hasta sus gestos. Controlar todos los palos, sí, pero hay que ser creativos, olvidarte de todo y volver a empezar. No basta con ser un buen ejecutante de algo, hay que ir más allá, crear, emocionarte y poder emocionar a los demás, ese es el secreto del arte.

-¿Su primer trabajo va por ese camino, el de ir por donde siempre y volver por otra senda nueva, nada trillada?

-Está ya terminado y solo está a falta de algunos retoques técnicos. Saldrá a la calle con el nombre de "Libertad condicional" y va en esa línea. Todos debemos ser conscientes de nuestras limitaciones, que empiezan ya en nuestra etapa de escolares. La vida está llena de cortapisas y hay que luchar contra ellas a base de singularidad.

-¿El flamenco es un buen clavo ardiendo al que agarrarse?

-Puede ser, pero cuando están dentro y escarbas, te das cuenta de lo que hemos perdido. Hay una muerte metafórica. Has estado cantando cosas de otros, letras de otros. En este, mi primer trabajo, me siento identificado, es como una banda sonora de mi vida. He compuesto una seguiriya, el martinete... Hay una rumba, también propia, que se llama "Ministerio del Interior...".

-"Libertad Condicional", "Ministerio del Interior", ¿que es lo que pretende con estos nombres que juegan con las palabras, con la doble significación?

-Busco, sobre todo, emocionar. La emoción es el puente universal, lo que más une. He visto llorar a japoneses escuchando un martinete sin entender ni una palabra. Pero también el baile transmite. El flamenco utiliza un lenguaje no verbal, se hace sentir con todo, con los movimientos, con los ojos, con todo.

-Usted, como artista, ¿que siente en el escenario?

-Ocurre muchas veces que tú estás ahí y eres consciente de que el público no percibe la complejidad de la obra. Pero sí que notas que lo que los espectadores valoran es la belleza, cuando consigues que lo que cantas sea interiorizado y que cada cual lo aplique a su propia experiencia, a sus vivencias, entonces viene el arte, la fuerza de la emoción, lo que más importa.

-Vuelve a Zamora después de haber triunfado con la Zambomba el pasado diciembre, ¿qué tiene preparado para este sábado?

-Estaremos el mismo equipo que en diciembre. El programa será completo. Habrá seguiriyas, alegrías, malagueñas, granaínas, medias granaínas, martinetes, de todo un poco, cantando con sentimiento y con ganas de conseguir la complicidad del público.

-¿Cree que las peñas siguen siendo necesarias en el mundo del flamenco?

-Por supuesto. Ahora son más imprescindibles que nunca. Como ejemplo, la peña Amigos del Cante de Zamora que ha conseguido hacer olvidar la crisis con un magnífico programa de actuaciones. Me sorprende la importancia que Zamora da al flamenco, es un ejemplo que hay que valorar.