El letrado de la abuela materna de la niña sostiene que las dos fallecidas se vieron sorprendidas por la actitud del acusado de los dos crímenes, Raúl Álvarez Ríos, cuya "notable superioridad física respecto de ambas", su expareja, la joven dominicana Adolfina Puello Sánchez, y su hija de 9 años, le permitió cometer el doble asesinato y "descuartizarlas, atar los cuerpos por un lado y las cabezas por otro, alquilar un trastero al que llevar dichos cuerpos, la ropa de la cama de Adolfina y del colchón, y la ropa de la cama de Argelys". La acusación particular especifica en su escrito de acusación que, después de esconder los cuerpos, los transportó en su vehículo Volkswagen hasta San Vicente de la Cabeza en Zamora (de donde es natural su madre) para "sumergirlos y taparlos con hierros y piedras en un pozo" a dos metros de profundidad, en el paraje Fondalada del Pozón, situado a medio kilómetro de la casa familiar, cerca del río Aliste y de una antigua cantera.

La Policía Nacional tardó cinco meses en localizar los cuerpos de madre e hija, tiempo durante el que estuvieron ocultos en el pozo. Raúl llegó a asegurar que había enterrado los cadáveres en La Dehesa de la Villa, cercana al domicilio de sus padres en Madrid que llegaron a peinar los agentes a pesar de que parecía poco creíble la versión por el gran tránsito de gente en esa zona verde. La Policía había visitado en busca de pruebas Villardeciervos, donde nació el padre del imputado, que finalmente confesó dónde se encontraban los cuerpos y llevó hasta el lugar a la policía. La investigación policial situó al acusado en San Vicente de la Cabeza el día después de la desaparición de madre e hija, desde donde usó el móvil de Adolfina. Al verse acorralado confesó que había cometido los dos asesinatos, lo que negó tras ser detenido en Zamora.