La actividad gripal ha descendido de manera significativa durante la última semana en Zamora y el resto de Castilla y León y se sitúa en un nivel de intensidad bajo, aunque continúa por encima del umbral de epidemia. El último informe de la Red de Médicos Centinela certifica la caída en picado de la actividad gripal después de que hace tres semanas alcanzara su pico máximo y a partir de ahí bajara lentamente durante las dos semanas siguientes. Sin embargo en la última el descenso de los casos de gripe ha sido mucho más acusado, y en estos momentos se considera que la intensidad de la epidemia es baja.

La tasa de incidencia semanal se sitúa en 210,8 casos por cada cien mil habitantes, lo que significa que está prácticamente en la mitad de lo que llegó a suponer el pico máximo de incidencia de la enfermedad. Lo previsible es que el descenso en la actividad gripal siga reduciéndose de manera más o menos rápida, en función también de otros factores como la existencia de temperaturas algo más suaves que las extremas vividas durante algunas jornadas del crudo invierno. Y es que es precisamente ese grupo de edad el que más ha sufrido la patología. Así, la incidencia acumulada durante toda la temporada supera los seis mil casos por cien mil habitantes en el grupo de cero a 4 años, pasa de los 2.500 entre las personas de 5 a 14 años y de los dos mil entre tramo siguiente, de 15 a 24 años. Los grupos de 25 a 44 años, de 65 a 74 y de 75 a 99 son los que menos han padecido la enfermedad. En ninguno de estos últimos grupos la incidencia acumulada llega a los 1.500 casos por cien mil habitantes.

Mucha culpa la tiene la vacunación. De cada cien casos de gripe que se producen en la comunidad 85 afectan a personas no vacunadas, mientras 15 que durante la campaña no se habían puesto la dosis de inmunización.

El virus circulante continúa siendo del tipo A(H3N2), es decir que coincide con las cepas previstas para la vacunación que se puso en otoño.