Tras un biombo que le impedía ver a su agresor, la víctima que todavía está en tratamiento psicológico por el trauma sufrido, describió en el juicio celebrado ayer a un compañero sentimental que "siempre quería que se hiciera lo que el quería, yo no sabía comprar" ni hacer nada. El anciano, que se enfrenta a 21 años de cárcel, "veía lo que no había: que si yo andaba con un vecino, con otro... Le aguanté tanto porque la casa era mía" y no quería irse. El 19 de mayo de 2014, tras tres o cuatro años en los que "la cosa no iba bien", decide dejarle. El procesado se fue a vivir a la residencia de ancianos de Morales, pero "donde yo iba allí estaba: cuando volvía de la tienda, en mi calle, escondido..., me sentía perturbada. Eran unos celos, que me perseguía por todos los sitios", confesó.

El día que le acuchilló, la mujer iba con su cuñada, "él la saludó y a mí me dijo "¿y tú qué?", llevaba una bolsa en la mano, le contesté "yo, nada" y ya no vi más, ni el cuchillo. Yo llevaba una bufanda que fue lo que me salvó, me puso el cuchillo en el cuello", donde le asestó una puñalada en la parte derecha que el forense describió como "la más grave" si no hubiera sido "superficial". Fue la primera de siete. La que puso en peligro la vida de la mujer, que estuvo muy grave y fue operada, le "penetró a la altura de la sexta costilla y llegó al hígado, órgano que hiere levemente". Otras tres cuchilladas fueron al hemitórax, otra a la mano y otra al corazón. El forense aseguró que el anciano "conserva sus facultades mentales" y que solo tiene una "leve disminución de las capacidades cognitivas propias de su edad".