La tarde-noche bastante templada ayudó a que miles de personas abarrotan ayer las calles para presenciar el desfile de sus majestades de Oriente en una cabalgata de corte histórico que careció de carrozas, por segundo año, y que salió adelante gracias a la colaboración de más 600 personas de colectivos culturales que hicieron posible tanto la ambientación de las calles como de los cortejos.

La ciudad comenzaba a empaparse de alegría antes de la llegada de los soberanos gracias a la música ambiental y la luz situada en varios puntos de la ciudad, como la confluencia de la calle Benavente con San Torcuato y, sobre todo, gracias a la música en vivo tocada por varios colectivos que posteriormente se integraron en el desfile. Así,la Banda de Música de Zamora, en la calle Santa Teresa, ofreció un concierto en tanto que los integrantes de Tradición y Música Popular, distribuidos en pequeños grupos, interpretaron tonadas y cantos tradicionales del ciclo navideño de la provincia al inicio de Santa Clara, en la plaza de Fernández Duro y en la calle Santiago, mientras que en la Plaza Mayor integrantes de Fantasía realizaban un belén viviente y la soprano Conchi Moyano, acompañada del pianista Óscar Lobete, interpretaba temas navideños de distintas latitudes de todo el mundo.

Las bombas reales anunciaron a las 18.30 horas en punto la llegada a la ciudad de Melchor, Gaspar y Baltasar para regocijo de los más pequeños que aguardaban expectantes el paso de la comitiva.

Los primeros en pasar antes sus ojos fueron las dos furgonetas y dos motos de Correos, que recogieron las cartas de los pequeños más rezagados, para luego disfrutar con Ruralito, el coche lechero, los Gazitos y diversos personajes infantiles que repartieron las primeras piruletas de un total de 50.000 unidades sin gluten entregadas en mano entre el público congregado a lo largo del itinerario que comenzó en Condes de Alba y Aliste y concluyó en la Plaza Mayor.

Un grupo de zancudos actuó de enlace con la parte más tradicional del desfile, iniciada por un jinete, caracterizado con turbante dorado y capa blanca, que llevaba en sus manos la Enseña Bermeja e iba acompañado por otros 12 caballistas. Les seguían unos romanos que portaban antorchas y un grupo de música de inspiración árabe, con tambor, darbuka y zurnas.

Una gran estrella guía a modo de pendón con dos cuerdas de apoyo, portadas por dos pajes con ricas vestimentas; otro ayudante con un luna y otros dos, con sendos telescopios aludían a que los hombres sabios iban detrás de la estrella de Oriente cuya senda volvieron a seguir ayer los Reyes por las calles zamoranas.

Varias mujeres danzaban con telas al son marcado por unos músicos que antecedían a un camellos y varios dromedario con paquetes de regalos así como un carro con sacos llenos de carbón donde iban una megafonía con música épica.

En las calles más amplias del recorrido un grupo de caballos realizó coreografías para sorpresa de grandes y pequeños que no echaron en falta la presencia de carrozas. "Esto no lo vemos nunca", decía un niño mientras que su madre comentaba: "Esto es mucho mejor que Star Wars".

Los integrantes de Banda de Música Maestro Nacor Blanco, ataviados como hebreos, tocaron temas acordes con la estética del desfile.

Seis grandes sombrillas en forma de palmera precedieron a Melchor y a escasos metros seguían Gaspar y Baltasar, que iban en dromedarios, y que a su llegada a la Plaza, entregaron incienso, oro y mirra al Niño Jesús del belén viviente, instalado delante del edificio consistorial, y recibieron las llaves de la ciudad de manos del alcalde, Francisco Guarido, quien confesó, ante un público integrado fundamentalmente por niños y padres, que él también había escrito a los Reyes y les había pedido "salud para todos, en especial para los mayores, trabajo para los padres y que todos los días tengáis comida y gente que os quiera" y anunció que también les había pedido "ayuda y magia hacer de Zamora una ciudad mejor".

Posteriormente intervino Melchor que instó a los "peques" a ser buenos con sus mayores. Luego tomó la palabra Gaspar que les dijo que "valorasen los regalos" que iban a recibir porque "hay lugares donde lo llegan", mientras que Baltasar les pido que fueran felices y que persigan sus sueños. Con una espectacular traca final concluyó la cabalgata.