"Espionaje para políticos" es el sugestivovo título del último libro del gaditano Antonio Díaz Fernández, un experto en la materia que pasa el fin de semana en Zamora, provincia en la que tiene buenos amigos. El currículum de Antonio Díaz en relación a asuntos de inteligencia y seguridad es muy amplio, pero en este libro ha querido divulgar un campo muchas veces desconocido tanto al gran público como a los políticos, que desconocen cómo operan estos mecanismos del Estado. Y lo hace de modo ameno, con un personaje, Cesáreo, que dirige una hipotética agencia de detectives, lo que da pie a engranar sucesos y anécdotas muy reales.

-Usted viene del mundo del Derecho y la Ciencia Política. ¿Por qué se interesa por el mundo del espionaje?

-El interés me viene desde hace años, porque en la confluencia del Derecho y la Ciencia Política interviene cómo se toman las decisiones y por qué las cosas son así. Entonces te das cuenta de que hay un elemento central que son los servicios de inteligencia, que muchas veces explican lo que ha sucedido, aunque no lo sepamos. Hay acontecimientos históricos que tratamos de explicar con una serie de hipótesis, pero hasta que no tenemos todos los datos no podemos hacernos una idea de lo que realmente ocurrió.

-¿Por ejemplo?

-Siempre pensamos que Franco decidió no entrar en la II Guerra Mundial por convencimiento político. Bueno, pues hace dos años los servicios secretos británicos desclasificaron material y resulta que habían sobornado a muchísimos generales del Ejército español. Realmente esa falta de información nos da o nos quita muchas pistas sobre qué es lo que pasa realmente en algunos acontecimientos históricos.

-¿Qué es este libro, "El espionaje para políticos"?

-Durante los veinte años que llevo investigando el mundo de la inteligencia, tanto políticos como ciudadanos amigos te acaban preguntando las mismas cosas, cómo son, cómo reclutan a los agentes, si las familias pueden conocer quienes son, si los servicios cooperan a nivel internacional, cómo es por dentro un informe de inteligencia, cómo son los sistemas de seguridad. Entonces decidí que había que escribir algo, una especie de guía explicando a ciudadanos y políticos como es. Pero evidentemente no podía ser un tratado muy sesudo académico porque no se lo iban a leer. Por eso establecí un servicio de inteligencia ficticio, con un director ficticio que es el que a través de diez pasos va explicando a cualquier lector interesado qué es un servicio de inteligencia.

-¿En qué se diferencia de otros libros que pueda haber sobre el asunto?

-El punto diferente del libro es que además del elemento teórico, que lo tiene subyacente, es que recoge al menos 250 anécdotas, vivencias que me han ido contando en estos veinte años presidentes de Gobierno, ministros, embajadores, directores de servicios, espías. El lector va a través de una serie de sucesos, acontecimientos y le hago partícipe de cuales son las reflexiones que tiene un servicio de inteligencia o su director cuando llega a dirigirlo. El protagonista del libro es un director ficticio que llega novato, que es lo que ocurre ahora en Estados Unidos, por ejemplo, con políticos que llegan novatos y de repente se ve pilotando un mecanismo muy potente que es un servicio de inteligencia, sobre el cual no tiene ni la más remota idea y son todas las anécdotas que a él le ocurren. Tiene en la cabeza muchos mitos sobre lo que es un servicio de inteligencia. Tiene en la cabeza a James Bond y de repente se encuentra pilotando un sitio donde James Bond no está. Son vivencias muy intensas y reales de estos veinte años de trabajo.

-¿Y cómo es un espía, un analista o el señor con gabardina que se oculta leyendo el periódico?

-Ha cambiado mucho el perfil. Había dos tipos de espías y los sigue habiendo, el que recopilaba información y el que la analizaba. Este último tenía que decirle al espía, vete a este sitio y necesito información de tal cosa. A día de hoy muchos analistas también obtienen información, a través de la enorme cantidad que hay en las redes o del teléfono, de bases de datos e incluso de ruedas de prensa. El analista sabe idiomas y maneja software de análisis. Después está lo que la gente conoce como espía, el agente operativo que es el que está en la calle y se dedica a obtener información, en asociaciones o grupos terroristas.

-¿Llevan una vida tan oculta como en las películas?

-Si tienes una vida abierta como espía te estas haciendo vulnerable, a ti y a tu familia. La gente puede decir, vale no me voy a vender por 500.000 euros, pero si tú dices que tienes dos hijos, todo el mundo sabe que trabajas allí ya te estas poniendo un precio, estas diciendo cómo eres vulnerable. Entonces la mejor forma es limitar mucho el acceso de esa información. No porque realmente sea algo malo, sino porque te estás poniendo precio. En el caso de algunos analistas lo sabe su núcleo más cercano, pero hay miembros operativos en que su entorno no lo sabe, o no sabe exactamente lo que hace. Voy a desaparecer una semana y ya volveré, la familia no pregunta dónde ha estado y ya está.

-¿Es peligroso el oficio?

-Sí. Hace unos días se cumplió el décimo tercer aniversario de la muerte en Irak de varios miembros del Centro Nacional de Inteligencia. En el País Vasco también han muerto miembros del servicio de inteligencia. Aunque no se publicitan, tienen su monumento especial en los servicios de inteligencia. Hay personas que mueren defendiendo los derechos de los ciudadanos y es una profesión peligrosa

-¿Ya no existe James Bond?

-La figura del James Bond también existe, hay episodios que te cuentan y que aparecen en el libro, que superan a los de James Bond. Las situaciones extremas en las que se encuentra un agente de inteligencia hacen que tengan que reaccionar muy rápido, casi vestirse de lagarterana. Porque realmente las situaciones son muy complejas.

-En los últimos tiempos saltan a la luz pública revelaciones, como las de Wikileaks, o las relevaciones de los cuentas de futbolistas en paraísos fiscales. ¿Es la versión moderna del espionaje?

-Pueden ser casos de ciberactivismo, ciudadanos que consideran que hay personas que no están siendo honestas con el resto y se dedican a denunciarlos. Otra parte pueden ser ciberdelincuentes que quieren extorsionar con esta información a jugadores de fútbol o personas concretas. Pero también podemos encontrarnos con una tercera posibilidad y es que haya estados que digamos llevan a cabo una especie de guerra soterrada contra otros. No voy a invadirte pero voy a poner en solfa a tu clase política. ¿Como? Pues filtrando viajes o fotos a sitios comprometidos. Es una forma de generar presión internacional, de cobrar peso internacional pero sin tener que estar con un enfrentamiento abierto. Ninguna potencia se va a enfrentar a otra directamente de una forma armada pero hay otras maneras de hacerlo, como por ejemplo filtrar a la opinión pública estas cosas.

-Tenemos ejemplos cerca.

-Con la publicación de los papeles de Panamá el ministro Soria tuvo que dimitir. Es una forma muy potente de ejercer influencia sobre otro país.

-¿Hay colaboración entre los servicios de inteligencia o los distintos países también se espían entre ellos?

-Claro. Un caso concreto. España y Francia tienen muy buena colaboración en materia antiterrorista desde los tiempos de ETA hasta el actual. Sin embargo, en Guinea están luchando por ver quién tiene más influencia en el sector petrolero. Y ahí evidementemente hay contratos, dinero, empresas españolas involucradas, ayuda gubernamental. Los dos países tienen muy buena colaboración, que de hecho existe de manera global, bilateral, pero después en áreas concretas cada uno le está haciendo la faena al otro servicio por detrás. El mundo es muy complejo.

-¿Incluso sucede a Estados Unidos e Israel?

-Sí. Porque hay países que somos muy amigos, pero ¿en realidad somos tan amigos?. En el caso de Wikileaks había un intenso espionaje que no se entiende entre Estados Unidos e Israel y viceversa. En realidad Israel no se fiaba de que Estados Unidos realmente llegado el caso de un enfrentamiento nuclear con Irán iba a defenderle hasta las últimas consecuencias y Estados Unidos no se fiaba desde que Israel no iba a hacer nada sin el OK de la Casa Blanca. Dos países que colaboran mucho también se realizan un espionaje político intenso.

-¿Los servicios secretos españoles tienen buen nivel?

-España tiene un muy buen servicio de inteligencia, unido al de la Guardia Civil y la Policía por pura necesidad. Por desgracia, el terrorismo de ETA hizo que hubiera que desarrollar estructuras de inteligencia mucho más intensas que otros muchos países no han tenido. Esto ha supuesto que después de los atentados del 11-S o del 11-M España haya formado a muchísimas fuerzas antiterroristas, que nuestra legislación haya sido copiada, adaptada, y que sea uno de los centros de cooperación internacional más fuerte.

-¿Formamos otros países en inteligencia o espionaje?

-Sí, porque a nosotros nos parecen normales ciertos elementos de la lucha antiterrorista, de técnicas y sobre todo de infiltración. Porque claro, países que nunca han tenido fenómenos terroristas, como el caso de Bélgica el problema era cómo me infiltro en una comunidad, qué hago, cuales son las estrategias, cuanto tiempo se tarda en infiltrase, qué coberturas puedo tener, las estrategias que tengo que utilizar, las historias que tengo que inventar, cómo paso información o si los informantes quieren dinero o prefieren becas para sus hijos para irse al extranjero. Es decir, esto cómo funciona. Para nosotros era muy obvio pero para otros países era como comenzar absolutamente de cero.

-Frente a este espionaje de alto nivel convive otro más curte, como el destapado en la Comunidad de Madrid entre miembros del mismo partido, el PP.

-Eso es lo que ocurre cuando tienes estructuras de inteligencia descontroladas, por eso no puedes permitir servicio de inteligencia autonómicos, porque si no se acaban dedicando a espionaje político puro y duro. La inteligencia está para protegernos de amenazas mucho más graves. ¿Eso a qué llevaba?, a que entran ya una especie casi de mercenarios, de empresas de seguridad y detectives privados y al final los episodios son bastante chuscos y algo grotescos, casi tirando a Mortadelo y Filemón.

-Cuando cambió el Gobierno una de las incógnitas era quién controlaría el CNI, debido al poder que da el mando de los espías. ¿Tanto poder otorga?

-Si uno se sienta en el Consejo de Ministros y la gente hace comentarios sobre la política internacional, la mirada de quien tiene al cargo a los servicios de inteligencia es diferente, porque tiene toda esa información. Un ministro responsable del CNI puede que hable todos los días, y algunos más de una vez, con el director de los servicios de inteligencia. Eso en varios meses, uno o dos años en el Gabinete proporciona una visión enorme y un poder enorme. Eso no significa que tu puedas utilizarlo para tus propios intereses, porque para eso ya están los mecanismos de control, pero el poder que te da toda esa información, aunque no puedas utilizarla, es inmenso.

-¿Cómo funciona un servicio de inteligencia?

-El Gobierno anualmente le envía una relación de objetivos, eso es lo que preocupa al Ejecutivo y a eso tiene que dedicarse. A partir de ahí entra la parte técnica del servicio de ver cómo lo hace. Tiene que ver qué fuentes tiene, qué redes, que dispositivos tecnológicos y a partir de ahí va procesando esta información, también con colaboración internacional y suministra informes al Gobierno y el Gobierno decide si le hace caso o no. No está para tomar decisiones ni está para que el Gobierno tome decisiones inmediatamente. Es el órgano que te permite ir haciéndote una idea de qué es lo que está sucediendo y lo que te da es criterio e información. Por ejemplo para que cuando Angela Merkel te diga alguna cosa tu digas bueno, nuestros análisis no indican que eso esa así pero entiendo que lo estes haciendo en público. Es lo que te permite no ir desnudo a las reuniones internacionales, sino con criterio.

-¿Por qué sigue siendo tan atractivo para la gente, el cine o la literatura el mundo de los espías?

-En un mundo donde hay tanta transparencia, tanta celeridad, tanto automatismo, tanta inmediatez, el que siga habiendo parcelas que conservan esa aureola romántica de secreto artesanal es muy atractivo.