El cubano Jesús Jambrina, de raíces zamoranas, es profesor de Literatura en Estados Unidos, adonde emigró en el año 2000. Desde Wisconsin narra cómo ha recibido la comunidad cubanoamericana la noticia de la muerte de Fidel Castro.

-¿Cuál ha sido la reacción de Estados Unidos ante el fallecimiento de Castro?

-En Miami, donde se encuentra el principal foco de oposición a Fidel, la reacción ha sido de celebración. Se trata de la comunidad cubanoamericana más antigua. En concreto, los opositores se han congregado durante horas en el café Versalles, centro cultural emblemático donde se reúnen cientos de personas. Lo que no he visto aquí han sido personas que muestren su simpatía en público. No ha habido, que yo sepa, ninguna manifestación de duelo. Castro fue una figura polarizada: hay pocos términos medios con respecto a su figura histórica.

-¿Cómo es la comunidad cubanoamericana establecida en el país?

-En Estados Unidos hay cerca de dos millones de cubanos, que llegaron aquí en diferentes olas migratorias. Los primeros salieron de Cuba en 1959. Eran personas que, o bien estaban conectadas con el régimen anterior de Batista, o lo hicieron por motivos económicos. Esa generación se caracteriza por una oposición radical a Fidel, eran contrarrevolucionarios. Después, llegó la generación de los hijos de los primeros emigrantes, con una actitud de diálogo hacia Cuba. De hecho, en 1978 se produjo el primer intento de diálogo con el Gobierno. Se hicieron públicas las primeras muestras de apoyo a la revolución cubana y se matizaron las relaciones con el país caribeño. En 1980 se registró el gran éxodo y eso cambió la percepción de los cubanos de Estados Unidos.

-¿Había diferentes entre esas dos generaciones de emigrantes?

-Los más antiguos eran de clase media y alta, con una educación destacada, hablaban inglés... Se integraron muy bien en el sistema americano. En muchos casos, incluso trabajaban en compañías americanas. Los de 1980 pertenecían ya a la revolución. Entonces, la oposición se fue matizando y diversificando. Si las primeras personas que salieron lo hacían por motivos políticos o ideológicos, en los noventa, la emigración respondía puramente a problemas económicos.

-Todo el mundo se pregunta: ¿Y ahora qué?

-Hacía diez años que Fidel había dejado el Gobierno en manos de su hermano. Raúl ha ido introduciendo reformas económicas, que no políticas, en este tiempo. Se supone que a partir de ahora, los cambios se radicalizarán, pero lo que ocurra depende también de la posición de Estados Unidos.

-¿En qué sentido?

-Se supone que Donald Trump moderará su discurso y las relaciones seguirán avanzando. Si el bloqueo se agudizara, Cuba tendría una coartada para encerrarse en sí misma y los cambios se interrumpirían.

-¿Cómo llevan por dentro esta situación los cubanos emigrados como usted?

-Mis padres viven en Cuba, de donde salí en el año 2000, pero no de forma traumática. Para mí no cambia nada. No espero grandes avances. La transformación política que queremos todos está todavía muy lejos.