La ilustradora Marta Gómez-Pintado participó ayer en los XV Encuentros Literarios destinados a los alumnos de Bachillerato promovidos por la Biblioteca Pública del Estado. La madrileña habló ante alumnos de los institutos Claudio Moyano, Maestro Haedo y de la Escuela de Arte y Superior de Diseño con quienes compartió storyboards o dibujos originales de su último libro.

-"El hombre que fue Jueves", de Chesterton, el cómic que han leído los alumnos asistentes al encuentro, representa su último libro y su primera novela gráfica. ¿Qué le movió a hacerla?

-Con anterioridad ya había hecho algunas adaptaciones de cuentos de gente que tengo a mí alrededor, era textos mucho más cortos por lo que es efectivamente se trata de mí primera novela. Fue una necesidad, realmente. Me ha ido llevando el camino. Primero surgió la necesidad de ilustrar, que me encanta y es muy complicado, me pedía algo más. Abordar el cómic supone tener en cuenta muchos más frentes. En todos mis proyectos yo me meto de lleno. En hacer las ilustraciones de un libro tardas de dos a tres meses, como mucho, y sin embargo en la novela gráfica he estado casi dos años.

-¿Cómo se planteó el dar vida visualmente a Chesterton?

-Fue como una especie de inspiración. El elegir está novela en concreto, fue una decisión mía. El editor me planteó adaptar a un clásico y me preguntó que cuál me apetecía. Le sugerí a G. K. Chesterton porque me había parecido siempre un escritor muy original. Tenía algo especial que me atraía. Busqué relatos más cortos pero me apetecía más este texto en concreto que es muy intenso. Inicialmente pensé que iba a ser un resultado mucho más corto, que con unas 80 páginas lo resolvería, pero luego según avanzaba se incrementaba la cantidad de páginas.

-¿Cuál fue su mayor reto al poner imágenes a un texto conocido?

-Lo más importante en el cómic es un guion, que hay que trabajárselo mucho. Lo que primero te llama la atención son los dibujos pero donde tienes que captar la obra es el guion. Hay que empaparse de la novela y sumergirse en ella. Siempre intento ser fiel al espíritu de la obra, tal y como lo entiendo. Tengo el máximo respeto al original.

-¿Qué premisas tiene que tener una buena novela gráfica?

-Además de un buen guión, la historia tiene que ser buena, tiene que ser lo suficiente interesante. En la parte visual he visto cosas con estilos tan distintos, unas con un dibujo tan preciso y otras con esquemático y rápido. Tiene que haber una unión entre forma y contenido. Para mí lo más importante en la novela gráfica sin duda es el guión aunque se trabaje más tiempo en la parte gráfica. El dibujo es lo que más trabajas pero tienes que saber previamente qué quieres hacer. Tiene que estar bien contado lo que se quiere contar. Es como una película puede tener muy buenos actores pero si el guión es malo? hay algo que falla.

-¿Y ese contar bien es de calidad ahora?

-Lo que se está editando en España en estos momentos es de calidad. Hay trabajos buenísimos. Se ha abierto un campo excelente. Ha sido un boom y estoy hasta sorprendida. Yo he leído siempre cómic, además de otras muchas cosas, pero cuando cayó en mis manos "Persépolis", me tocó. Me di cuenta de que se puede contar cualquier cosa con el cómic.

-Usted es el ejemplo de que el cómic también es para adultos. ¿Está desapareciendo el tabú de que este formato solo es para niños?

-Sí, aunque siempre ha habido excepciones como Hugo Pratt que escribió cosas muy buenas para adultos. No obstante creo que tiene que ver que hay mucho artista como yo y el campo de la pintura está más acotado, hay menos acceso y no deja de ser una forma de expresión que te permite una gran libertad.

-¿La novela gráfica supone una manera de adentrar tanto el joven como al mayor en la lectura y el arte?

-Es un vehículo que puede ayudar a que la gente se introduzca en el arte y la lectura. De hecho ha habido lectores de mi cómic que posteriormente han querido leer el original, lo que es maravilloso para un artista.

-Usted también está implicada en la formación artística a través de La Locomotora Azul.

-El dar clases me permite tener una mínima estabilidad económica que me ofrece libertad a la hora de afrontar mis trabajos y es una manera de socializar frente a la soledad del artista. Doy dibujo y pintura y tengo un grupo de niños porque no me gusta perder su contacto.