Aunque cada vez las distancias son menores, el mundo sigue teniendo grandes diferencias en aspectos tan básicos como la alimentación o la educación. Y, desgraciadamente, los niños son los que sufren más estas desigualdades. Alumnos del colegio Divina Provincia de la capital pudieron ayer comprobar de primera mano lo que la ONG Taller de Solidaridad, con las siervas de San José al frente, realiza en sus diferentes programas alrededor del mundo para aliviar estas diferencias. Tres voluntarias que han estado este verano en Filipinas, Colombia y Haití compartieron sus experiencias trabajando con niños y familias con los estudiantes en el salón de actos del centro.

La más veterana de las participantes, María Redondo, maestra de este colegio y con amplia experiencia de voluntariado en Haití, apuntó que intenta en el día a día transmitir esas diferencias que separan a infancias de diferentes países. "Les hago que ver que no tienen las mismas oportunidades en otros lugares y que ni siquiera se llegan a cumplir sus derechos como niños", resumió Redondo, quien reconoció también que sus alumnos de 5 años "tienen mucho interés y me piden siempre que les ponga vídeos o les enseñe fotos de mis niños de Haití". Esta disposición le hace corroborar a esta voluntaria que las personas "son buenas por naturaleza", subrayó.

Sobre la situación de Haití, donde comenzó a trabajar hace cinco años y cuyas estancias intermitentes suman dos años de convivencia con la población, la voluntaria especificó que la realidad "va cambiando, no evolucionando. Aunque se han recuperado algunas infraestructuras tras el terremoto de 2010, luego han pasado por una sequía que provocó una hambruna terrible y recientemente por el huracán Mateo", describió. A pesar de todo, lo tiene claro. "No hay que olvidarse de Haití, que tiene una capacidad de resiliencia enorme y continúa con unas ganas increíbles de vivir", valoró.

La ONG Taller de Solidaridad tiene proyectos de cooperación repartidos por todo el mundo, desde Nicaragua hasta Perú, Chile, Bolivia, República Democrática del Congo o Colombia. Precisamente en Medellín ha tenido este verano su primera experiencia como voluntaria Ana Isabel Gómez. "Por mi perfil profesional -es psicóloga- decidieron que encajaba en el proyecto que tenían allí", explicó. Se trata de "Emprendemos", un programa donde las siervas de San José tienen dos institutos en las zonas más pobres de la ciudad para enseñar Formación Profesional. "Se trata de barrios sin apenas recursos y con una tasa de paro muy elevada. Así que a los más desfavorecidos les enseñan un empleo para que puedan optar a un futuro mejor", resumió. Tras la formación la segunda fase de este programa se basa en ofrecer microcréditos "para que puedan comprar las herramientas necesarias para poder emprender su propio negocio", apuntó Gómez, quien descubrió desde peluquerías hasta talleres de costura que han sido posibles con estas ayudas. Su labor durante los cuarenta días que estuvo allí consistió en visitar estos negocios para ver en que se podían mejorar. "Casi todos son padres de familias numerosas que viven en barrios con muchos problemas", subrayó. Por otra parte, también se centró en realizar entrevistas para poner en marcha una segunda edición de este proyecto con nuevos participantes.

Tras su paso por Colombia, la joven reconoce que ha sido una experiencia "enriquecedora" que piensa volver a repetir el próximo verano y así transmitió su entusiasmo a los pequeños oyentes del salón de acto del colegio.

La tercera ponente fue Diana Crespo, que este verano participó en el programa "Soñando un techo" en Filipinas para la reconstrucción de viviendas y negocios. La maestra reconoció que su labor había sido muy diferente a la del pasado verano, cuando se estrenó como voluntaria en Perú. "Entonces trabajé con niños, que es algo muy gratificante, porque siempre te devuelven una sonrisa", agradeció.

En Filipinas ha podido conocer cara a cara a la gente que recibe las ayudas que se recogen en Zamora y España. "Es algo muy emocionante, porque además no paraban de darnos las gracias", apreció. Además, se considera una buena referente para demostrar que todas las campaña de captación de fondos llegan a buen puerto. "Se consiguen gracias al esfuerzo de mucha gente de aquí, porque nosotros no tenemos grandes donaciones, que van directamente a los necesitados", subrayó.

Precisamente esta maestra volverá a relatar su experiencia de Filipinas en su centro escolar, el colegio San José, esta tarde, a partir de las 17.00 horas, en un encuentro con padres de alumnos.