Llevó hasta el extremo su insolencia. Al menos, así lo reflejan las investigaciones practicadas hasta el momento por el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) y el Juzgado que acusan al exjefe de control de pensiones, de iniciales C.Ch. de varias estafas y fraudes a dicho organismo. La absoluta confianza en que las prácticas ilegales que estaba cometiendo nunca podrían ser descubiertas le llevó hasta el esperpento y el exceso, propios de las películas más taquilleras de Berlanga o Almodóvar.

Solo así se puede explicar la última "hazaña" que se le adjudica en las diligencias judiciales abiertas: falsear los datos personales de un cotizante de la Seguridad Social fallecido y de su esposa, ya muerta, para suplantarlos por los de otra mujer viuda pero viva. Se trata de una amiga inmigrante latinoamericana cuyo marido ni murió en España ni trabajó nunca en este país. De hecho, jamás pisó suelo español, según ha podido saber este diario.

El atrevimiento del investigado (antes imputado) no deja de sorprender a cuantos van conociendo los detalles de sus tretas, tras la dilatada carrera de casi 40 años en el INSS, un comportamiento cada vez más decepcionante para sus compañeros. Con un cargo que le permitía hacer y deshacer en cuanto a bajas y altas de pensiones se refiere, sin levantar sospechas, pudo reactivar la pensión de viudedad de una mujer ya fallecida que, al parecer, el exjefe de sección conocía desde hacía años. En este último caso que ha visto la luz en días pasados, al investigado no se le removió un ápice la conciencia cuando decidió rescatar el expediente de esa pensionista viuda y, como se ha dicho, ya muerta para rehacerla a la medida de su protegida.

La nueva prestataria, cuyo esposo había perdido la vida en su país de origen antes de que ella emigrara con sus tres hijos, al parecer, en un accidente laboral, matiz nada despreciable para engordar las pagas mensuales que podría haber incluido en los datos de la prestación rehabilitada.

Una vez puesta en marcha esta paga, de 1.100 euros al mes, que el INSS ingresó de febrero a octubre de este año -previo pago de otros 3.000 euros en diciembre de 2015-, C.Ch. decidió hacer extensiva su "generosidad" a uno de los tres hijos, menor de edad, de su amiga. El niño habría percibido por la pérdida de su progenitor la ayuda mensual de 320 euros, de acuerdo con la información recabada por este diario.

El funcionario no optó en esta ocasión por resucitar a nadie para cobrar él mismo la pensión, como está acusado de haber hecho con su abuelo durante años; o con la de su padre fallecido, al que no dio de baja como pensionista, por las que habría incrementado sus ingresos en unos 550.000 euros en varios años, según consta en la investigación judicial.

Se trata de un caso que ha sacudido a todo el funcionariado del INSS, incrédulo ante un comportamiento tan inesperado como doloroso para un personal volcado en la atención a un sector de la población tan sensible como el de los pensionistas. Caso típico de la picaresca española, de libro, que suele decirse.