Que no todas las tradiciones autóctonas para rememorar a los difuntos están teñidas de dolor y de tristeza lo prueba uno de los hábitos inquebrantables de estas fechas. Durante el mes de octubre, los obradores de la ciudad han surtido panaderías y pastelerías zamoranas de kilos y kilos de dulce, existencias que se agotan ya estos días. A pesar de que algunos establecimientos prueban nuevas propuesta ingeniosas, que se hacen eco del poder de seducción de Halloween, los clásicos siguen aguantando el tipo. Hoy será uno de los días de mayor volumen de ventas de buñuelos de viento que, junto con los huesos de santo, se convierten en emblema de estas fechas.

A tenor de las ventas, no se puede decir que defrauden las calabazas de chocolate y otros ingenios que bien podrían ocupar un escaparate en las tiendas de Estados Unidos. Todo lo contrario, algunas pastelerías han agotado ya sus propuestas más creativas. Sin embargo, el poder de la tradición y el gusto de las personas de mayor edad -entre quienes se sitúan los mayores consumidores (o al menos, compradores)- hacen que sean los buñuelos los que encabecen el "ranking" de demanda.

Buñuelos y huesitos de santo van de la mano por Todos los Santos, pero al tiempo mantienen las distancia, sobre todo en la elaboración. "Los huesos llevan un proceso de elaboración más laborioso y largo. Es un mazapán que posteriormente hay que moldear y luego rellenar", explican los artesanos. Es decir, que los fabricantes trabajan con una estimación cerrada de producción. Por la mano de obra que está detrás, no se hará ni un solo huesito de santo más. "Cuando se acaban, se acaban", detallan.

Caso distinto es el de los buñuelos que, aunque laboriosos, únicamente precisan de la elaboración de una masa que acabará en la sartén. Posteriormente, cada artesano decidirá la proporción del volumen que se rellena de crema -el clásico- y los que se nutren de nata, que también tienen sus adeptos.

Detrás del trabajo de semanas está la recompensa. Y es que los establecimientos rentabilizan estas fechas en las que el dulce supone un contrapunto a la melancolía que dejan quienes ya no están. En las pastelerías más selectas, el kilo de buñuelos puede rozar los treinta euros, precio similar al de los huesitos. Claro que todo va por bolsillos. Otros comercios de la ciudad y de la provincia venden los buñuelos desde poco más de diez euros el kilo.