La experta María Bolaños profundizó ayer en el Museo de Zamora en la figura del escultor terracampino Baltasar Lobo en el exilio en la conferencia final del ciclo dedicado a los artistas León Felipe y Baltasar Lobo, con motivo de la muestra "Hazme un sitio en tu montura... León Felipe, Baltasar Lobo y la España peregrina" que concluye el próximo martes, día 1 de noviembre, en la sala temporal del Provincial.

-Baltasar Lobo es un miliciano de la cultura, una militancia activa que le obliga a irse de España.

-Él desde que llega a Madrid se afilia a la CNT. Está muy próximo al movimiento anarquista en el que hay muchos artistas y es también en ese medio en el que conoce a Mercedes, la que será su mujer, que es una personalidad en sí misma que merecería su espacio en el Museo de Lobo.

-¿Qué importancia tuvo en su vida esta mujer?

-Muchísima porque además de la relación amorosa, compartían muchas convicciones. Ella era de un medio social más elevado, tenía estudios universitarios y por ejemplo tenía coche, lo que era significativo en la época. Era una mujer muy activa, fundadora de un movimiento libertario muy potente en la época que, visto desde la actualidad, era bastante sensato en sus planteamientos.

-La pareja se exilia a Francia y no a América Latina, destino de muchos españoles.

-Ellos atraviesan juntos la frontera, aunque luego los separan en distintos campos de concentración, y querían ir a México. Pese a su intención de irse, a Lobo París, le atrapa. Lobo se estaba formado como escultor y como pintor, había tenido una carrera en Madrid, aunque no conservamos obras de esa época como consecuencia de la Guerra Civil, y París en ese momento era la capital artística. Previamente, sobre el año 30, había ido de una manera muy despistada, no ha pasado por una escuela de Bellas Artes porque es un autodidacta como muchos otros.

-Baltasar Lobo en el año 1939 regresa a París. ¿Qué papel tiene en los primeros momentos Picasso?

-Su llegada a París es durísima, vive en una situación de desamparo total y de falta de recursos. Lobo era muy tímido y era un hombre muy callado que es animado por su mujer a ir a ver a Picasso. Le lleva una escultura pequeña y a partir de ahí se establece una relación. El contacto con Picasso y con su círculo fue un aliciente muy grande. Picasso le facilitó contactos, como Laurens un escultor amigo, y también le ayudó económicamente.

-¿Cómo era su obra de esos momentos iniciales del exilio?

-Es una obra muy pegada a la época, a lo que estaban haciendo sus contemporáneos, una especie de naturalismo pero muy pasado por la vanguardia. Coincide con los años de la Segunda Guerra Mundial y no pudo exponer y casi no tenemos datos. Creemos que vive de hacer pequeños trabajos y de encargos. También realiza ilustraciones. Además había un sistema de ayuda entre los artistas emigrados, no solo españoles, sino también italianos o lituanos, que compartían un taller prestado. Muchas veces eran Laurens el que le proporcionaba piedra para trabajar porque el material era lo más caro y complicado de conseguir.

-El tema de la maternidad resulta capital en Lobo. ¿Está presente esta temática en las piezas que ejecuta por entonces?

-Sí, lo está. Se especula mucho sobre la causa porque en el tema personal no tuvo hijos. Él pasa unas vacaciones en Marsella y a raíz de ver en esa playa a los niños y las madres que los cuidan, lo que hace es utilizar un tema para crear un estilo personal. Lobo es un creador que se construye artísticamente, en lo escultórico porque no sabemos que hizo antes, entre el 39 y el 49. En esos años define mucho su mundo personal.

-¿De qué manera evoluciona su hacer creativo?

-En los años 50 va depurando el mundo naturalista y va evolucionado hacia la abstracción y como ejemplo en la muestra hay obra maravillosa, una representación de la luna.

-¿Esa depuración va unida a la consagración?

-Sí, va unida a su difusión en el resto de Europa, en España era muy desconocido, salvo en un círculo muy minoritario. No es un autor de muchos giros. Lobo se mantienen bastante invariable a lo largo de los años.

-Baltasar Lobo legó parte de sus obras en vida a Zamora.

-Por su manera de ser la idea de tener un museo le sobrepasaba. Se planteó su legado a Zamora como una recuperación de sus raíces. No por razones patrióticas sino como un mundo que para él había resultado importante. El recuerdo de su pueblo y el paisaje de Tierra de Campos eran fundamentales. Nunca rompió el vínculo afectivo aunque en algunos momentos le costase venir. Lobo merece un museo no porque él quisiera sino porque la ciudad quiera.

-La aparición de piezas falsamente atribuidas al escultor terracampino y el supuesto empleo de los moldes de Lobo si su consentimiento rodean a la obra de Lobo.

-Un escultor cuando hace un molde puede permitir sacar series de bronces a partir de ese. Habría que establecer la frontera de la autoría de saber si hacer un bronce tras su muerte es legítimo o no, lo que es un debate internacional. Debo remarcar que Lobo se preocupaba mucho por el control de su obra y seguía todo el proceso en la fundición y los acabados.

-Usted ha escrito la única monografía sobre el escultor. Tras su texto no se ha publicado nada más. ¿Interesa Lobo?

-Creo que es un escultor que sí interesa, es uno de los más relevantes de su generación que tiene una obra muy potente, unas veces de pequeño tamaño y otras veces de una escala importante. Tuvo la desgraciada fortuna de tener que exiliarse, si se hubiera quedado en España seguro que sería más conocido en este país y se le habría estudiado más. No obstante los escultores tienen menos audiencia que los pintores. Creo que es un problema social o quizá académico, no lo sé muy bien. La escultura está un poco arrinconada con respecto de la pintura, es más costosa de exponer pero el público disfruta mucho de las esculturas y su lenguaje es muy potente. La muestra que alberga la sala de temporales del Museo de Zamora con un pintor y León Felipe, sería muy endeble. Además, Lobo y su generación, el mundo de la escultura de la postguerra no está suficientemente difundido. Lobo merecería una exposición en contexto que hasta ahora nunca se ha hecho. Una exposición acompaña del mundo artístico en el que se movió. Uno ve la escultura de Lobo y está viendo a Laurens que fue su maestro, entre otros, y estaría muy bien hacerlo. Es una asignatura pendiente con Lobo.

-Al igual que un museo digno.

-Hay que dar una cierta solidez a su legado en Zamora. Un museo no puede ser una exposición de unas cuentas obras, por muy de agradecer que sea la posibilidad actual y lo bien instalado que está. Lo veo como una solución transitoria y me parece que para que realmente haya un Museo de Baltasar Lobo tiene que existir un proyecto museístico. No es suficiente tener un edificio, no es suficiente tener una colección, hay que darle vida y desarrollar alrededor de la figura de Lobo infinitas posibilidades. Sin tener un proyecto no se puede comenzar. No se puede empezar la casa por el tejado. Está claro que tiene que tener una sede pero antes hay que tener claro qué museo se quiere. No hace falta hacer operaciones faraónicas, porque los museos pequeños son, en gran medida, el futuro.

-¿Debería exponerse todas las piezas que custodia el Museo de Zamora?

-No entro a valorarlo. Dependerá de cómo se enfoque el museo.