Gustaba conducir coches de alta gama y frecuentar restaurantes de postín. El alto nivel de vida que llevaba el ecuatoriano M.E.B. sin que se le conocieran fuentes de ingresos acordes a tal estatus hizo sospechar a los agentes de la Guardia Civil de Benavente que después de meses de investigación lograron encontrar de dónde salía el dinero : del tráfico de drogas. El acusado se reconoció autor de los hechos que se le atribuían ante los magistrados de la Audiencia, por lo que será condenado a cuatro años de cárcel, aunque ya cumple prisión provisional por estos hechos. También deberá pagar 7.354 euros. Sus cómplices, V.M.L.L. y C.A.A. se conformaron también con una pena de dos años y 300 euros de multa.

Las investigaciones se iniciaron en septiembre de 2014, cuando los agentes deciden vigilar al sospechoso debido al nivel de vida que llevaba lo que unido a sus antecedentes hacía sospechar que podía tratarse de un traficante de droga. Efectivamente, comprueban cómo se le acercan varias personas a diario, que están unos instantes con él y se vuelven a alejar. Los agentes interceptan a uno de ellos y encuentran que lleva encima una pequeña cantidad de droga envuelta en un recorte de una bolsa de plástico de la compra. Y continúan sus indagaciones incluso analizando la basura que arroja el sospechoso, donde encuentran recortes de plástico similares a los que encontraron en poder de la persona que interceptaron con la papelina de cocaína.

Con estos indicios el juez de instrucción que llevó el caso en Benavente autoriza escuchas telefónicas del principal sospechoso y continúa sus indagaciones, mientras decreta el secreto de sumario. Comprueba entonces que efectivamente compra y vende droga. Pasa el tiempo y el juez extiende la autorización de las escuchas telefónicas en relación a otras dos personas que colaboran con el primero en el suministro de la droga. Dos de ellos son, además consumidores de estas sustancias.