La inauguración de la muestra "España, años 50" la pasada semana revela la magia de la fotografía y su capacidad para capturar el tiempo y guardarlo para el futuro. Una especie de escalofrío recorre el interior de quien estuvo allí, tantas décadas atrás, y ahora regresa al pasado en una máquina del tiempo. Dos décadas antes que Carlos Saura, el reportero Antonio Passaporte recorrió todo el país para generar un vastísimo archivo cuya historia merece ser rescatada. Entre los 12.000 negativos que salieron de la cámara del portugués, algunas instantáneas pueden generar hoy ese mismo calambrazo emocional. La diferencia es que muy pocas de las gentes de hoy vivieron aquella Zamora, la de antes de la guerra.

Uno de los mayores expertos en la fotografía zamorana, José Andrés Casquero, cita entre los reporteros de principios de siglo a retratistas como Jesús Casas Andreu, Antolín Rodríguez Martín o el muy popular Federico Cantero Villamil. Luego llegaron profesionales como Pedro Gutiérrez Somoza o Fernando López Hepténer. Atendiendo al supuesto colegueo de una profesión que acababa de nacer, quizá alguno de ellos entró en contacto con Antonio Passaporte, quien visitó Zamora y Toro entre 1927 y el estallido de la Guerra Civil. El fotógrafo había sido contratado por un nuevo estudio que alcanzaría fama nacional e incluso llegaría a recibir pedidos de fábricas internacionales como General Motors. Era la Casa Loty.

Un banco de imágenes

El francés Charles Alberty, representante de papeles fotográficos, y Concepción López, editora, unieron sus apellidos para crear un nuevo estudio en Madrid. El objetivo era la creación de un banco de imágenes jamás antes reunido: el Archivo Fotográfico Universal. Dicha fototeca frenó su actividad en 1936 por el inicio de la contienda y el trabajo quedó finalmente almacenado (y abandonado) en la habitación de un piso en la madrileña calle Silva. Ya es casualidad que una fotógrafa zamorana, Yolanda Paramio, diera con la colección mucho tiempo después, en los años noventa, y recibiera el encargo de examinarla.

Ante sus ojos comenzaron a surgir las calles, edificios, paisajes y gentes de seis décadas atrás. Era el trabajo de Passaporte y de otros profesionales que habían llevado el objetivo de sus cámaras hasta el último rincón del país. Y por supuesto a Zamora.

Passaporte, un reportero de prestigio que acabó haciéndose cargo de la Casa Loty en tiempos muy complicados para la fotografía, paseó por algunas de las iglesias románicas, recorrió la Catedral, buscó el reflejo del río Duero e inmortalizó a los zamoranos que paseaban frente al edificio Momos, la Plaza Mayor, Viriato o el Puente de Hierro. El objetivo: fabricar postales. El resultado es evidente: el luso logró detener el tiempo en decenas de negativos impagables.