El pintor Enrique Seco San Esteban inauguró ayer la muestra "Campo, paraíso de mi vida" en la galería Espacio 36-Angel Almeida, su novena muestra en la ciudad y en la que muestra 225 obras.

-En su exposición exhibe la nada despreciable cifra de 225 obras pintadas desde enero de 2014, lo que conlleva un alto ritmo de producción, y tienen la peculiaridad de estar realizadas en pequeño formato.

-Todo lo da el oficio, con oficio sale todo sale. Inicialmente iban a ser 150 pinturas en pequeño formato, pero seguí pintando. He optado por un formato más pequeño porque si no era imposible presentar tanta obra. Además hay que ser original en las muestras.

-Se ciñe a temas del campo.

-Porque es lo que siento y vivo. Mucha gente me dice que hay que evolucionar pero para mí el cambio es pintar la misma temática. Velázquez cuando pintó El aguador, siguió pintando y llegó a realizar Las meninas, donde demuestra su evolución . Lo que hace falta es estar trabajando siempre la misma temática para superarse. Un saltador de altura intenta llegar al 1,90 metros y no cambia de disciplina cuando está algún centímetro por debajo.

-Esa exposición ¿es su 1,90 metros de este momento?

-Sí quizá sí. (risas). Hace falta siempre, siempre tener una meta.

-El formato que presenta ¿es más fácil para usted o más complicado?

-Cuando yo era pequeño jugaba al fútbol con una pelota de pin pon y cuando cogía el balón de reglamento, no lo hacía hablar sino políglota. La pincelada en cuadros tan pequeños tiene que ser segura y tiene que tenerse un dominio. Si la obra es grande se recrea el pincel. No hay atajo que no lleve trabajo. En todo hay una ley de composición, todo tiene su dificultad.

-Presenta escenas que parten de su memoria, de sus recuerdos de una vida en el campo que ya prácticamente ha desaparecido.

-Sí, pinto desde la noria con la caballería, la trilla, las lavanderas, rebaños de ganado o escenas de pueblo. El mar es una preciosidad y si yo hubiera nacido en una zona costera lo pintaría pero como en Castilla pinto esto. Los pueblos son el verdadero arte, aunque la gente prefiere irse todavía hoy a las capitales.

-¿Por qué pinta el mundo rural?

-Pinto estos motivos porque los llevo en el alma. Puedo pintar lo que quiero, desde un bodegón o un abstracto, pero pinto lo que siento. Todo lo que se ama se escribe en el pizarrín de la memoria para un día más adelante poderlo leer en el encerado de la vejez. Se pinta lo que se lleva dentro.

-Realiza escenas, casi retratos, en donde la figura cobra gran protagonismo.

-Sí, centra cada uno de los lienzos sobre tabla tanto la figura humana como la animal. Tiene tanta dificultad la figura humana como la animal. El contenido de la figura tiene que tener un movimiento. Tienen que tener aptitud de movimiento da igual que sea un hombre o un burro, es preciso dotarles de movimiento.

-Las gallinas, uno de sus motivos estrella, apenas tienen presencia en la muestra.

-No quería explotar ese tema que otras veces tenía más ejemplos. En esta ocasión he querido centrarme más en las labores del campo y la vida rural que está desapareciendo. Pinto la manera de vivir de hace unos años, no me llama la atención el representar a un labrador arando sobre un tractor. Eso para mí no tiene nada de artístico.

-Sus obras tienen una luz muy especial.

-Es una luz de Castilla, de verano. No me gustan los tonos estridentes. Cuando falleció mi madre hubo gente conocedora de mi pintura que lo notó porque cambiaron mis colores. La paleta tiene ahora verdes, amarillos?la paleta es como una paella hay que moverla constantemente y ponerle especias para hacerla jugosa.

-Tras esta exposición, ¿qué siguiente reto tiene por delante?

-Por el momento me gusta de disfrutar de la presente. En el catálogo escribía que siempre hay que ir detrás del paraíso antes de lograrlo porque si no se pierde la ilusión y para mí la vida es sueño e ilusión. El próximo año tendré dos exposiciones aunque todavía no hay fechas, pero no me da pereza porque como la monja de clausura que reza todos los días, la pintura es mi oración. En pleno verano llego a pintar doce horas porque es necesario que la mano esté ágil. Todo sale por el entrenamiento diario, pero en estos momentos el esfuerzo y la dedicación están mal vistos.