Corría el siglo XV. A los pies de la Catedral se llevaba a cabo la construcción de una gran capilla dedicada a san Ildefonso, fundación del cardenal zamorano Juan de Mella. Al mismo tiempo, quedaba definitivamente sepultada la Puerta oeste. Para la posteridad quedaría únicamente la maestría de la Puerta del Obispo, una de las principales joyas de la escultura románica zamorana junto al sepulcro de La Magdalena. El historiador Florián Ferrero ha dedicado meses a explorar las cicatrices de aquel antiguo acceso, las que han sobrevivido a los añadidos arquitectónicos. Cuaderno y metro en mano, el ex director del Archivo Histórico Provincial ha logrado "reconstruir" sobre el papel el acceso principal que el tiempo ha negado a los zamoranos de hoy. Y hay alguna que otra sorpresa.

Posible alzado de la Puerta oeste de la Catedral. Florián Ferrero.

Hoy parece que la Catedral fue concebida tal cual. Sin embargo, el templo románico fue adquiriendo nuevas construcciones y estilos: la cabecera gótica, el atrio neoclásico y la enorme Torre del Salvador. La Puerta oeste -a la que hoy se accedería a través de los jardines del Castillo- encontró un primer enemigo en la nueva torre que se estaba construyendo. Florián Ferrero juega con la hipótesis de que esta construcción, que nunca llegó a remontar el primer cuerpo, pudo plantearse como "gemela" de las dos proyectadas. Pero solo tuvo éxito la segunda, que en el siglo XIII se convirtió en el edificio de mayor altura de la ciudad. Todo un símbolo de poder. Aquella fortificación llegó incluso a invadir la zona del antiguo claustro románico al que sumó la capilla de Santa Inés.

Fue sin embargo la gran capilla, la del Cardenal, la que inutilizó completamente el acceso en el siglo XV. Desde el interior, el visitante ve únicamente la reja que cierra el espacio y la vida de san Ildefonso en las bellas pinturas que recubren los muros. Entonces, la puerta original "se articulaba" en tres partes. La central tenía similitudes con la obra maestra que hoy vemos en la Puerta sur.

"Huellas" de la antigua puerta sobre la cubierta de la Capilla del Cardenal. F. F.

La división en tres puertas era, como después popularizó el arte gótico en las catedrales, una radiografía de la estructura interior en tres naves. Así, la puerta central se articulaba en dos pisos, "en lugar de los tres característicos de la Puerta del Obispo", explica Florián Ferrero. La parte inferior -la más cercana al visitante- constaba de una puerta abocinada de medio punto, "posiblemente con dos arquivoltas que descansaban sobre otras tantas columnas a cada lado", precisa. El acceso estaba escoltado a cada lado por arcos que descansaban en capiteles y columnas, "seguramente con una rica decoración".

Si hoy miramos el piso central de la Puerta del Obispo apreciaremos varios arcos ciegos. Esta es otra de las diferencias con el acceso sur, que no presentaba decoración alguna en esta zona, acorde con el estudio del ex director del Archivo Histórico Provincial. En el cuerpo más alto, la perdida portada estaba rematada "a modo de piñón" y albergaba "tres arcos, uno por cada calle".

Las sucesivas transformaciones hicieron que de las tres puertas románicas originales -norte, sur y oeste- solo haya sobrevivido la del Obispo. Los nuevos datos revelan ahora que el antiguo acceso a los pies de la Seo tenía a su vez otras tres puertas, que comunicaban el exterior con las naves interiores. Un curioso juego de números que permite entender mejor el edificio levantado en el siglo XII.