Fueron motivos turísticos los que la llevaron a introducirse en la cultura china. "Mi novio y yo planeamos unas vacaciones de mochileros por China y para prepararlo comencé a estudiar el idioma. Al final no pudimos viajar, pero decidí continuar con el chino", resume Rebeca Nieto Carracedo. Esa semilla sembrada en 2013 comenzó a germinar cuando decidió solicitar una beca del Instituto de Crédito Oficial (ICO) y se la concedieron. "Dejé mi trabajo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y me fui a vivir a Beijing", recuerda esta licenciada en Derecho con un máster en Propiedad Industrial y Propiedad Intelectual.

Gracias al programa ICO se pudo sumergir en el idioma y la cultura del lejano oriente "a jornada completa", según describe. "Estudiaba en la Universidad Internacional de Economía y Negocios de Beijing. Comencé el primer año con un curso de chino general, en el segundo año me centré en el chino de negocios y este verano me preparé el examen oficial del idioma", enumera.

Aunque reconoce que nunca se había planteado vivir en un país asiático, ya que todo ha sido fruto de una oportunidad que se le cruzó en su camino, esta experiencia le ha servido para regresar a España como experta en su cultura y, sobre todo, su economía. "China como economía emergente ofrece muchas oportunidades y mi área de especialización, la jurídica, está comenzando a desarrollarse allí, por lo que buscan especialistas extranjeros para asesoramiento. Además, el aprender la cultura de negocios de este país, conocer su carácter y su idioma, hace que mi perfil profesional sea mucho más completo y diferente a los demás", considera.

Recuerda que lo más duro cuando llegó allí en 2014 fue el tema de la comunicación. "Además de la diferencia lingüística, está la diferencia cultural. Las costumbres allí son muy distintas y no puedes utilizar la lógica europea para desenvolverte en tu día a día. Creo que lo más importante para adaptarte a China es observar cómo funcionan las cosas, no dar nada por sentado y ser paciente y flexible", aconseja. "El idioma es lo más duro", reconoce, "porque el aprendizaje requiere mucho tiempo y es muy frustrante, pues se necesita una inversión de tiempo inmensa para conseguir pequeños avances. Además de los caracteres, la dificultad viene dada por ser una lengua tonal, es decir, una misma sílaba puede tener cinco tonos distintos, y por ello un significado distinto", explica.

Desde el principio, se sintió acogida por la sociedad china. "Los extranjeros son muy bien recibidos. Es gente muy curiosa y les encanta conversar, por lo que no es de extrañar que en un taxi, en el mercado, en el gimnasio o incluso por la calle te paren y te pregunten por tu vida personal, profesional o económica, porque en esta cultura no está mal visto interesarse por el estado civil, edad o incluso salario de las personas", comenta.

Sin embargo, poco saben de la cultura española más allá de lo convencional, "como el fútbol, Nadal, los toros y el aceite de oliva, cuyo uso en las capitales se está popularizando", enumera. "En los círculos universitarios y laborales, ámbitos más internacionales, tienen interés por el flamenco y las sevillanas, la siesta y algunos platos típicos, como la paella, las tapas y la tortilla de patata. Pero España no tiene aún la relevancia turística de países como Italia, Francia o Reino Unido", añade la joven.

La ciudad que la ha acogido durante dos años, Beijing, impacta por varios motivos. "Por lo grande que es, por la cantidad de gente que se mueve diariamente en el metro, por el gran número de zonas verdes que te encuentras, por los imponentes rascacielos de la zona de negocios y su contraste con los hutones, los callejones del casco antiguo. Incluso una vez adaptada, te sigue llamando la atención el contraste en tu vida diaria con la modernidad y el lujo frente a lo tradicional y pobre", apunta la zamorana.

La experiencia también le servido para derribar varias ideas preconcebidas sobre el gigante asiático. "Iba con la idea de una China muy rural y poco desarrollada y me sorprendí a encontrarme con una capital tan moderna. Pero para lo que no estaba preparada era para los niveles de polución, que, aunque lo había visto en las noticias, vivirlo es algo completamente diferente", se queja. Además, ha descubierto que la comida que se sirve en los restaurantes españoles no tiene nada que ver con la gastronomía china. "Gracias a mis compañeros de beca, aprendí rápidamente a distinguir los platos que se adaptan más a nuestro gusto y he de reconocer que a día de hoy me considero fan total de esta comida", revela.

Recién llegada a España, subraya que esta experiencia ha sido "el mayor reto" de su vida e invita a quien se lo esté pensando a dar el paso. "Descubrir una cultura tan antigua y distinta resulta fascinante. Creo que China ofrece muchas oportunidades laborales, especialmente a arquitectos, profesores de inglés o español y a los profesionales relacionados con la importación y exportación, entre otros. Pero recomendaría ir con un cierto nivel cultural y de idioma para evitar el denominado "pekinazo", ese fuerte contraste".

A nivel personal, esta estancia en un país tan diferente la ha ayudado "a ser más paciente, flexible, a respetar y valorar formas de pensar soluciones muy distintas a las convencionales, aceptadas en occidente. También el entrar en contacto con otras personas de diferentes religiones y creencias, como la budista, hinduista o socialista, me ha convertido en una persona un poco más espiritual e idealista", concluye.