La concertista María Icíar Serrano Quiñones regresó ayer a Zamora para descubrir a Mozart a través de su piano en el salón de actos de la Biblioteca Pública, gracias a la gira que está realizando por todo el país. Firme defensora de la música como asignatura, apuesta por la obra del artista de Salzburgo para introducir a los más pequeños en este mundo.

-¿Qué tiene la música de Mozart que le hace universal y es capaz de traspasar siglos sin perder su influencia?

-Precisamente las cinco piezas del programa "Todo Mozart" de mi gira contiene un ejemplo de su técnica compositiva desde 1781 hasta 1786, donde se observan características que definen ese momento de madurez, ese estilo propio y característico, influenciado por el barroco y sobre todo por compositores como Bach y Hendel, que Mozart estaba estudiando en ese momento. Se ven elementos propios de la técnica improvisatoria, que estaba muy de moda durante el clasicismo, como arpegios o escalas cromáticas que dotan al estilo clásico, y sobre todo a la música de Mozart, de un sonido reconocible. Estos elementos hacen que su música sea fácilmente identificable para todos los públicos.

-¿Es un buen compositor para adentrarse en el mundo de la música clásica?

-Creo que es un compositor fácilmente escuchable, que nos sirve tanto de motivo de estudio por su importancia para formar buenos compositores e intérpretes, como para acompañarnos y deleitarnos en el placer de escuchar música cuando uno precisa disfrutar de ella. Es uno de los compositores que llega a todos.

-¿Es el piano uno de sus instrumentos favoritos para interpretar sobre el escenario?

-Es un instrumento muy completo, porque en su amplísimo abanico puede representar la tesitura de los distintos instrumentos de la orquesta sinfónica. Por lo tanto, se puede no solo estudiar tanto música para piano sino también las partituras del resto de instrumentos, teniendo ante ti uno maravilloso, que te hace posible escuchar las melodías de todos los demás. Pedagógicamente, es el instrumento rey, porque sirve para acompañar y además es sencillo y agradecido para los niños, a partir de los 8 años, ya que no precisa una afinación por parte del instrumentista.

-¿Es complicado introducir a los niños en la música clásica?

-Solo debemos poner todos algo de nuestra parte. Es un mundo maravilloso para ellos y todos los padres y profesores deberíamos ayudar a que esta cualidad, que es innata en el ser humano, se desarrollara en la escuela y después en el conservatorio, de manera que los niños cojan afición por la música clásica y después puedan decantarse por tomarla como una profesión.

-Como experta en pedagogía, con una carrera en la enseñanza de casi tres décadas, ¿qué opina de que la música se haya quedado en un segundo plano como asignatura con la Lomce?

-Creo que a la música debemos concederle una importancia relativa con respecto a otras asignaturas de estudio, como pueden ser la matemáticas, que son fundamentales para vivir como el saber escribir. Pero es una parte de los estudios que dota al ser humano de sensibilidad, ayuda a desarrollar esas cualidades que también hay que apreciar, Aparte del lado intelectual, hay que enseñar a disfrutar de una melodía. Es algo que forma parte de la cultura y del ocio de toda sociedad evolucionada y culta.

-¿Qué beneficios le aporta al niño?

-Entre sus múltiples ventajas para formar a un niño desde la infancia encontramos que desarrolla la psicomotricidad, el equilibrio, la lateralidad o la coordinación muscular. Además, agiliza los reflejos y los movimientos de los ojos. Esas cualidades son en el punto de vista físico, pero como ser humano es necesario también tener unas aficiones que se puedan compartir y que forman para de una materia de estudio que te abre diferentes puertas hacia un universo del que puedas disfrutar y no se agota en sí mismo, ya que hay compositores, instrumentos, obras, repertorios y múltiples opciones a la hora de disfrutar de la música. Se puede pasar por escuelas, conservatorios, profesores particulares y tener contacto con la música tanto de forma profesional como de aficionado. Es una forma excepcional de pasar el tiempo para los niños, junto con el deporte. Soy partidaria de que combinen ambas cosas. Y también los adultos, en la medida de los posible. Por otro lado, es una forma de canalizar la energía de los niños a campos donde se pueda desarrollar una inquietud que tenga una validez y se pueda valorar en el mundo artístico y cultural. Eso sí, tenemos que estar todos un poco alrededor porque no tienen conocimiento y no saben elegir la mejor opción. Así que, con mano firme pero a la vez complaciente, les podemos dirigir la atención hacia estas áreas.