Una rehabilitada capilla de Santiago, utilizada durante siglos como sala capitular donde los canónigos realizaban reuniones y desde el año 1925 empleada como vestuario, concentra ahora las obras pétreas del Museo Catedralio, una vez que ha sido inaugurada la dependencia tras concluir la laboriosa intervención promovida por el Cabildo.

Los trabajos, efectuados durante los dos últimos años, han permitido descubrir en el oratorio, modificado y cegado entre los años 1827 y 1830, la existencia de cuatro columnas con capiteles figurados, dos de ellos mantienen todavía restos de policromía, con escenas de la Resurrección de la primera mitad del siglo XIII. "Se trata de un valor añadido en la Catedral porque hasta ahora solo teníamos escultura figurada en la portada del Obispo, la Virgen con el Niño entre ángeles y San Juan y San Pablo. Dentro de la Catedral no había escultura, los capiteles son lisos", precisa el deán y delegado diocesano de Patrimonio, José Ángel Rivera de las Heras que profundiza: "Su hallazgo sin duda modifica la visión que teníamos de la escultura románica y tardorrománica en la Catedral de Zamora".

La intervención comenzó a raíz de que el año 2013 el Cabildo quisiera cambiar la tarima del vestuario y al mover un armario "se encontró un pequeño desconchado en uno de los muros que indicaba la existencia de un lucillo y vimos la posibilidad, sabedores que era la antigua capilla de Santiago, de rehabilitarla y ponerla en valor", justifica Rivera de las Heras quien en la presentación de la sala estuvo acompañado por integrantes del Cabildo Catedral y por personas que habían trabajado en la restauración del oratorio y de las piezas ahora exhibidas.

Los trabajos en la capilla, situada al lado de los aseos en la parte oeste de la seo y una de las estructuras medievales que queda del claustro que se incendió en 1591, han incluido la excavación del subsuelo, el picado de enlucidos así como la apertura de cegamientos.

Esta actuación ha permitido dar luz a numerosos hallazgos que ahora pueden verse en la sala de escultura. Entre los descubrimiento figuran diversos lucillos sepulcrales; un nicho o la cabaña original del retablo de Santiago, del siglo XVI, con pinturas murales en su intradós, atribuidas de Blas de Oña quien realizó la pintura de San Cristóbal que se encuentra frente a la puerta de acceso del claustro, y en su fondo se localizó un epitafio sepulcral de Vilida y su hijo Fernando García, canónigo del siglo XIII. La lista la incrementa una ventana tardorrománica, con arco doblado de medio punto y pinturas murales de la primera mitad del siglo XVI en el arco que comunica la capilla con la estancia previa. Además en la bóveda del oratorio las obras han descubierto plementos pétreos de la primera mitad del siglo y las cuatro columnas con capiteles figurados, dos de ellos mantienen restos de policromía.

Los hallazgos "han sido paulatinos, no contábamos con nada documentado. Solo sabíamos que era la capilla de Santiago pero no teníamos constancia de lo que había porque estaba todo enfoscado, todo estaba cubierto", concreta el sacerdote y experto en Arte, José Ángel Rivera de Las Heras.

La conversión de la capilla de Santiago en una nueva sala expositiva del Museo Catedralicio ha conllevado la construcción de una cámara exterior para liberar las humedades y diversas obras de adaptación, como la instalación de varias estanterías metálicas, de puntos de luz o de sonido.

La intervención, promovida y financiada totalmente por el Cabildo, excepto el proyecto que ha costeado el Obispado de Zamora, ha ascendido a 180.000 euros pagados con los ingresos que "genera la Catedral entre fieles, visitantes y turistas". En este sentido el deán ha mencionado que con estos fondos "hemos hecho ya restauraciones de bienes muebles, descubrimientos de lucillos y hemos puesto en valor esta capilla con lo recaudado con las entradas al templo".

La sala de escultura pétrea del Museo presenta entre sus dos ámbitos, una sala previa y la propia capilla, una treintena de piezas.

Las obras expuestas en la dependencia previa son objetos descontextualizados que estaban diseminados por la Catedral, entre ellos, un escudo de los Romero-Mella; una ménsula antropomorfa, prodedente del lucidlo del alcaide Lope Rodríguez de Olivares, ambos datados en el XVI; a lo que se unen varios sillares con castillo y otro con un león del XV, sin pasar por alto un epitafio de Vilida y Fernando García del XIII descubierto en el altar de Santiago, así como fragmentos de un sepulcro mural de alabastro de hacia 1500 que "formaron parte de las gradas del retablo de la Virgen de la Calva y del retablo del Santo Cristo", enumera Rivera.

En la capilla de Santiago propiamente dicha el público puede descubrir el grupo de la Virgen con San Juanito y el Niño de Bartolomé Ordoñez, que hasta ahora se exhibía en otra dependencia del Catedralicio; el retablo de Santiago, que ha vuelto a su lugar original; las esculturas de Cristo Salvador, San Juan Bautista, San Marcos, San Lucas y el relieve de la Anunciación, que se descubrieron en el año 2001 en la capilla de San Juan Evangelista del maestro del sepulcro del doctor Grado. Además, se exhibe Cristo en majestad y el grupo de la Anunciación, del siglo XIV que procedente de la portada de la capilla de San Bernardo; un paje dormido, atribuido a Gil de Ronza, procedente de un sepulcro catedralicio, y un ángel del siglo XIV hallado en el lucillo del alcaide Lope Rodríguez de Olivares y un frontal que representa a Cristo Pantocrátor acompañado de los apóstoles, de hacia 1300, que se encontró en el reverso del epitafio del chantre don Juan de Justo.