Aunque estos días se han puesto de actualidad, por la muerte de una persona y la afección de varias más, la peligrosidad de las garrapatas para la salud pública, como potencial vector de enfermedades graves, era bien conocida por las autoridades sanitarias de Castilla y León e incluso en el servicio de Sanidad hay un funcionario que específicamente se ocupa de este problema.

El último informe de situación de la Junta sobre el particular se refiere al año 2014 y reflejó el análisis de 47 picaduras de garrapatas en la provincia de Zamora, de un total que supera el millar en todo Castilla y León. En ninguno de los casos se detectó infección por fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, aunque sí otras patologías.

El informe constata la alimentación de las garrapatas en las personas de todas las provincias y edades en cualquier mes del año. El máximo número de ataques se registra en el cuatrimestre comprendido entre abril y julio, a favor de condiciones ambientales más favorables para la actividad de las garrapatas y una mayor actividad humana en su hábitat. De hecho, según los resultados de ese año el grupo al que más picaron las garrapatas fueron los estudiantes, seguidos de jubilados y amas de casa, todos ellos por delante de los agricultores, ganaderos o los trabajadores del monte.

La atenciones sanitarias "suelen ser ocasionadas por un único ejemplar que se fija principalmente en las extremidades superiores, pelvis y cabeza, más frecuentemente en varones, siendo la edad pediátrica, especialmente en las niñas, las que motivan mayor número de asistencias"

En Castilla y León se identificaron diez especies diferentes de garrapatas fijadas en la población, pertenecientes a cinco géneros, entre los que destacan las ninfas y hembras de Ixodes ricinus, vector de la bacteria Borrelia, que es la especie más frecuente, ya que suma más de la mitad de los aislamientos (52,1%). La segunda especie más frecuente es Dermacentor marginatus vector de diferentes rickettsias (otro tipo de bacterias).

Las muestras no detectaron la presencia del virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, y tampoco hubo ningún caso de Francisella (la bacteria que produce la tularemia) y Anaplasma.

Por lo que se refiere al nivel de alimentación, más de la mitad de las garrapatas se retiran al poco de su fijación, mientras que únicamente el 14% se encuentran repletas o bien alimentadas, que serian las de mayor riesgo de transmitir patógenos, en caso de contenerlos.

Considerados los 122 casos positivos a patógenos en la Comunidad (120 a Rickettsias y dos a Borrelia) son nueve las repletas o bien alimentadas, el 7,4% de todos los positivos y el 0,79% del global de las muestras estudiadas. Ello supone un riesgo bajo de transmisión de patógenos a las personas atacadas.

En resumen, los datos confirman el peligro potencial que puede suponer las garrapatas para la salud pública. "Por ello, la población debe extremar las medidas de protección, practicando la autoexploración y extirpar las fijadas con pinzas de boca fina, en su caso, acudiendo para ello a los centros sanitarios".

La Junta de Castilla y León ha puesto en marcha los distintos protocolos epidemiológicos y asistenciales previstos en el Sistema Nacional de Salud, tras la confirmación, el pasado 1 de septiembre, por parte del Centro coordinador de alertas y emergencias sanitarias del Ministerio de Sanidad de dos casos de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo por causa de las garrapatas.