Si observa una garrapata fijada a su cuerpo, no se alarme, pero debe retirarse lo antes posible. Con una pinza de punta fina se agarra a la garrapata por su extremo anterior, lo más próxima a la piel de la persona atacada. Hay que ejercer una tracción progresiva y constante en la misma dirección de su implantación, pero en sentido contrario, sin retorcerla u oprimir el cuerpo de la garrapata, para evitar romperla, lo que dejaría una parte clavada, o exprimirla, lo que facilitaría la penetración de posibles agentes infecciosos. Si tras extraerla quedase una parte fijada, debe eliminarse, bien con unas pinzas nuevas limpias o con un bisturí.