Ni un solo ruido. Los vecinos de las casas que lindan con la finca donde el pastor marroquí excavó varios pozos los últimos cuatro años nunca escucharon un solo sonido procedente de los trabajos. Eso no quiere decir que no fueran conscientes de la existencia de las galerías. Para acceder con comodidad al terreno, el marroquí practicó un acceso en la alambrada. «Solíamos entrar para recoger setas o piñones y vimos varios pozos tapados con maderas y un somier, pero nunca supimos qué estaban buscando», afirma una vecina.

El modo de trabajo utilizado por el pastor, completamente artesanal y acaso con la luz de una linterna, apenas daba pistas. La existencia de rudimentarias poleas, desgastadas cuerdas y una obsoleta escalera de acceso a una piscina delataban las tareas manuales. Varios años atrás, cuando comenzaron a aparecer las angostas bocas de las galerías, «también había garrafas cortadas que utilizaban para sacar agua. De hecho, llegamos a pensar que querían construir pozos de agua», sostiene una de las familias que vive junto al terreno. Más allá de esa hipótesis, los vecinos no aciertan a dar explicación. «¿Un tesoro? Ahí no hay más que pobreza», sentencia el propietario de una huerta en la carretera de Valderrey. La afirmación bien resume el sentir de los habitantes de la zona.

La falta de explicaciones prueba que solo el entorno más inmediato del trabajador marroquí conocía sus planes. El vecino hortelano, que solo tiene buenas palabras para describir al fallecido, coincidió tras el suceso con el responsable de la nave donde guardaba el ganado -el supuesto conocedor de la existencia del tesoro- y no obtuvo explicación alguna sobre el objetivo de las excavaciones. «Tenía un disgusto enorme», se limita a destacar de su conversación.

Pese a ser hombre de pocas palabras -vecinos que lo veían habitualmente con el ganado coinciden en señalar que no sabían su nombre y apenas cruzaron un saludo con él durante años-, el pastor cultivó varias amistades, era un trabajador responsable y persona en la que se podía confiar. «Lo que ha pasado le ha sucedido por ser trabajador, demasiado trabajador», sostiene el propietario de la huerta, visiblemente afectado por el desenlace final.

Tampoco la propiedad del terreno tenía la menor idea de la prácticas que se llevaron a cabo por la noche durante años. El pasado martes -cuando las excavaciones llegaban a su fin- los supuestos herederos del antiguo titular, ya fallecido, se personaron en el lugar visiblemente molestos con el desplazamiento de tierra y aunque trataron de acceder al interior, la policía se lo impidió por motivo del operativo de rescate.

Dos hermanos

La familia más cercana está compuesta por sus, al menos, dos hermanos. Uno de ellos, que reside en la provincia de Valladolid, estuvo presente en Valderrey apenas una hora después de ser recuperado el cadáver por los bomberos. En Marruecos vive la mujer del fallecido y sus tres hijos, a los que el pastor visitaba cada año en invierno, aprovechando las vacaciones navideñas.