Director del Instituto Cervantes de Roma, Sergio Rodríguez aprovecha las vacaciones estivales para regresar a Alcañices, origen de su familia, y Zamora, con la que no pierde el vínculo. De la capital italiana trae una visión internacional y de privilegio, fruto de su vasta cultura y de un punto de vista de observador global que aplica a cada situación de la actualidad. Su conocimiento de la enseñanza del español y su experiencia en el Instituto Cervantes son una referencia de la que los zamoranos pueden extraer un claro provecho.

-¿En qué momento se encuentra la enseñanza del español en el mundo?

-En España no hay conciencia de lo que significa el español, una lengua global, la segunda más importante del mundo. Por lo tanto, es un activo patrimonial que tiene nuestro país en muchos sentidos. Se trata del idioma que se habla en más estados del mundo y una lengua en expansión, como lo demuestran las actuales tasas de aprendizaje. En Estados Unidos, por ejemplo, el español ocupa espectros sociales donde antes no estaba. Y la prueba está en las elecciones americanas, cuyos candidatos se atreven ya a ofrecer sus discursos en nuestra lengua. Hay arquitectos, médicos abogados? una clase media que comienza a hacer uso del idioma. A diferencia del chino, que solo se habla en su territorio, el español está en Europa, el continente americano, Guinea, Filipinas? y se aprende en muchos otros países. Esta realidad genera oportunidades de inversión y este es un hecho muy importante.

-Ante esta realidad ignorada por los propios españoles, la importancia de nuestra propia lengua, ¿le parece preocupante el uso de extranjerismos asociados a nuevos usos como Internet o las redes sociales?

-Siempre es un fenómeno preocupante, pero creo que la lengua española tiene la capacidad de generar palabras propias para cubrir nuevas necesidades. Gracias, en parte, a que tenemos nuestra propia Academia de la Lengua, una institución que no está presente en otros países como Italia, donde la sociedad incorpora los neologismos como un toque social. La Academia regula el uso de los términos y luego los fija. Al final eso repercute en que tengamos palabras españolas. Además, es un signo de apertura al exterior. Personalmente, me preocupa más el uso del lenguaje sincopado en los móviles o el WhatsApp que significan una pérdida de riqueza en el lenguaje, síntoma de pobreza.

-Habla de la incorporación del español en Estados Unidos, ¿qué criterio gobierna esta "colonización"?

-El observatorio de la Universidad de Harvard permite analizar este fenómeno. Antes, el español estaba únicamente presente en los estados limítrofes con México, el país donde más se habla español debido a su enorme población. Hoy en día, la introducción de nuestro idioma está vinculada al dinamismo económico de los estados. Esto explica que Nueva York sea uno de los lugares donde más se habla español. Es decir, que el fenómeno era geográfico y ahora es económico.

-¿Cree que los medios de comunicación españoles, como exportadores del idioma en un mundo global, están haciendo un buen uso del lenguaje?

-El nivel del español que usan los medios es alto, con mucha riqueza de vocabulario y capacidad de análisis. La prensa exporta un idioma de buena calidad, máxime teniendo en cuenta los cambios que están experimentando las empresas periodísticas, ya que cada día los lectores consultan más periódicos a través de Internet.

-¿Cuál es el estado de salud del Instituto Cervantes en el mundo?

-El director y secretario general actuales, quienes diseñan la estrategia de la institución, han concebido muy acertadamente estos años como un periodo de contracción para lograr cumplir con las exigencias presupuestarias sin cerrar ningún centro ni prescindir de ninguna persona, y eso se ha cumplido con creces. Incluso hemos crecido en algunos países. Hay un camino de expansión muy claro que son los certificados para la nacionalidad: vincular esta pertenencia al conocimiento del idioma es algo que tiene mucho futuro. Conforme pasen los efectos de la crisis, existirá la posibilidad de crecer en regiones como el sureste asiático.

-¿Dónde es más importante la presencia del Instituto Cervantes actualmente?

-En toda Europa, Estados Unidos, el Magreb o Brasil, donde el español fue declarada segunda lengua en las escuelas y es un país rodeado de otros que hablan este idioma.

-Cuando habla del territorio asiático, ¿es la asignatura pendiente de la organización?

-Tenemos ya centros en Filipinas, Japón o China, pero la presencia es escasa con respecto a la demanda que existe. Asia es la gran frontera en la actualidad y es el siguiente paso emergente.

-¿Qué ocurre con los países árabes?

-Más allá de la coyuntura actual sí existe un interés por el español y, de hecho, tenemos empresas españoles allí que están realizando importantes proyectos como el AVE a La Meca. Más allá de cuestiones puntuales, la realidad es que el español se está convirtiendo en referencia mundial.

-En cuanto a los jóvenes, el programa Erasmus ha impulsado la salida de miles de estudiantes españoles a otros países europeos. ¿Cree que actualmente existen suficientes facilidades para que los jóvenes puedan continuar este camino?

-Erasmus se ha convertido en Erasmus Plus. La Unión Europea se ha dado cuenta de que el sentimiento europeo generado en estos años se debe a este programa y a la posibilidad de cruzar fronteras dentro del espacio Schengen. El diálogo entre culturas permite que aprenda el que va y también el que recibe. Por lo tanto, animo a salir fuera, pero también a volver.

-Aunque lamentablemente la estadística de población nos dice que el éxodo de los jóvenes a otros países es un hecho creciente?

-En Italia, donde yo resido, hay muchos españoles. El Instituto Cervantes tiene 17.000 estudiantes en todo el país. El interés por el español también es el turístico: solo hay que analizar la colonización de Formentera. De hecho, históricamente Italia ha sido muy española. Pero hay un fenómeno muy importante de la mitad del país hacia arriba, que es la creación de pequeñas empresas que quieren invertir en España y en Iberoamérica.

-¿De algún sector concreto?

-Automoción, turismo, agricultura? Se trata de pymes porque Italia emplea el "plan Marshall" en crear un tejido industrial muy potente. Las pequeñas empresas generan mucho empleo y tienen vínculo con la familia y con la localidad. Así se evita la despoblación y el abandono del campo. Si a eso sumamos un sistema educativo muy creativo, la apuesta por la innovación es constante. Si España fuese capaz de importar este modelo podría acabar con los índices de paro tan altos que existen en la actualidad.

-Zamora ha asistido como un espectador a la capacidad de Salamanca para enseñar el español y, sin embargo, no se daba cuenta de que tenía el mismo potencial para hacerlo. Ahora que llegan las primeras iniciativas en este sentido, ¿cómo ve el llamado turismo idiomático en la provincia?

-El español tiene mucho potencial en Zamora por dos motivos. El tipo de español que se habla aquí es muy neutro y limpio, con una gran riqueza de matices, y además Zamora es una ciudad muy agradable para vivir: hay de todo sin los agobios de las grandes ciudades. Si uno sale de la capital enseguida encuentra un campo muy variado, desde el castellano hasta la Sierra de la Culebra o Sanabria. Y aparte se come muy bien también. El éxito de la enseñanza dependerá de la conciencia de los zamoranos de que ahí existe una oportunidad y que se pueden crear estructuras de acogida para personas con diferentes intereses. Hace falta, no obstante, que Zamora tenga varios centros acreditados por el Instituto Cervantes.

-¿Es complicada esta certificación?

-Los centros deben tener unos estándares de calidad: con personal preparado que incluso puede realizar la formación en el Instituto Cervantes.

-¿Cuál es el criterio que quiere implantar el Instituto en los centros asociados?

-La excelencia. La gente acude a nosotros porque sabe que aprende rápido y bien.

-Cuando se habla de excelencia, ¿qué es más importante: los profesores u otros aspectos como las instalaciones?

-Sobre todo los profesores. Un buen docente tiene que dominar su lengua y luego saber explicarse. Todos sabemos español, pero no todos somos capaces de ensañarlo. Hay que saber explicar, tener empatía, un método. Además, es vital que el profesor se ocupe de los progresos de los alumnos y tiene que suscitar en ellos el gusanillo de querer saber más.

-¿A qué se refiere con instituciones de acogida?

-Debemos hablar de familias de acogida, pero también de residencias para estudiantes. En Reino Unido, la estructura de acogida familiar ha sido un éxito. En España este fenómeno se vio como algo extraño, pero las familias se han dado cuenta de que comparten un sustrato occidental con los propios estudiantes y eso es un hecho importantísimo. También debe haber estructuras de acogida más masivas, como lo fue en su día la Universidad Laboral o colegios mayores, que aquí no se han desarrollado.

-Zamora acaba de obtener permiso para realizar las pruebas idiomáticas de nacionalidad a través de la Fundación Ortega-Marañón, ¿cómo juzga este logro?

-Es esencial. Cuando uno quiere ser español, tiene que conocer la realidad del país y también su lengua. Ahí se aprende desde quien ha ganado la Liga hasta el propio idioma, con la variedad que tiene para los sefardíes que quieren recuperar su nacionalidad. Si Zamora es capaz de sumarse a las pruebas de nacionalidad de una forma estable, tendrá un motor de crecimiento durante años.

-Habla de los sefardíes, ¿no le parece un milagro que los judíos emigrados mantuvieran la lengua, el ladino, de generación en generación durante siglos?

-Si uno coge los textos zamoranos de siglos pasados y observa cómo hablan los judíos de Salónica se da cuenta de que es muy parecido, una especie de foto fija a la lengua de los siglos XV y XVI. En nuestro tiempo, las radios y la prensa han sido capaces de difundir el ladino y luchar contra las influencias. Es un milagro que el ladino se haya conservado, máxime si tenemos en cuenta las persecuciones o fenómenos como la introducción en los hogares de la televisión. Es importante apoyar medidas en Tánger, Tetuán, Salónica? de personas que hablan ladino y de ponerlo en valor en España. En Zamora hay pueblos de fundación sefardí o mozárabe y la influencia judía no solo tuvo lugar en la capital, sino también en Toro, por ejemplo.

-¿Cómo observa desde Roma la preocupación europea por el emergente terrorismo yihadista?

-Es un fenómeno global que preocupa. Pero hablaría de esa línea que separa el islam y el islamismo radical. La interpretación rigorista de cualquier religión siempre es perjudicial. Durante años Francia se esforzó en formar a gente en un islamismo moderado que luego fueran a sus países para difundirlo, pero no ha funcionado del todo bien. El resto es un tema social: cuando el ascensor generacional se para en el mismo piso, es decir, cuando los nietos son igual de pobres que sus padres y sus abuelos desarrollan un odio contra el país de acogida. Lo que estamos pasando es algo coyuntural, preocupante, pero no debemos estigmatizar a los musulmanes ni caer en lo que persiguen los radicales, una guerra entre religiones. Esto solo se puede afrontar con madurez de los estados.

-Por cierto, España afronta la inestabilidad política a la que se enfrentó recientemente Italia, ¿han superado este problema definitivamente?

-Lo primero, Italia y España son países muy distintos. El italiano es flexible mientras que el español es más rígido: o tú o yo. El Gobierno actual es de izquierdas, pero tiene un ministro de derechas, algo impensable en España? hasta ahora.

-En cuanto al Estado Vaticano, ¿se percibe en el entorno el momento histórico que está forzando el papa Francisco con su ministerio?

-Es un momento único, interesantísimo. El papa Francisco está construyendo un discurso a través de los signos, del testimonio personal, con el objetivo de que la fe sea comprensible por las personas de hoy en día. Para hablar de medioambiente, familia o temas sociales empieza por sí mismo porque es lo más creíble que tiene.