Más de diez metros de profundidad y un diámetro que, en algunos tramos, apenas alcanzaba los 60 centímetros. Así era el pozo irregular cavado por el hombre marroquí de 38 años que murió en busca de un hipotético tesoro en las inmediaciones de Valderrey. Su cuerpo apareció en torno a las 16 horas de ayer después de más de 24 horas de búsqueda con la ayuda de varias máquinas excavadoras y con un operativo compuesto por Bomberos, Policía Nacional y Policía Municipal.

Los trabajos han exigido la excavación de trincheras "y eso ha llevado mucho tiempo, primando la seguridad porque desde el primer momento se descartó que el cuerpo tuviera vida y se trataba del rescate de un cadáver", explicó Ramón Luengo, jefe de guardia del Cuerpo de Bomberos de Zamora, tras culminar la operación. Los agentes se vieron obligados a realizar la última parte del trabajo a mano, ya que no podían introducir maquinaria pesada sin provocar derrumbes sobre el pozo. El operativo se sirvió de medición láser para comprobar la distancia que quedaba hasta el final del orificio. En este sentido, los agentes trabajaron con pico, pala y cincel el último metro de profundidad para extraer el cuerpo "de la manera más limpia posible, dado que el departamento forense también tiene que hacer su trabajo correspondiente".

Una labor "de hormiguita"

Tanto el subdelegado del Gobierno, Jerónimo García Bermejo, como el comandante de la Policía Nacional de Zamora, Clemente Castaño, que se acercaron al lugar de los hechos durante la mañana de ayer, reconocieron el "carácter inaudito del caso, que unas personas se aventuren a meterse diez metros bajo tierra para buscar un tesoro... es, al menos, una imprudencia", reconocía el subdelegado. A su vez, García Bermejo aludía a "un trabajo de hormiguitas" que ha derivado "en una auténtica desgracia, que ha sido su muerte".

Con la ayuda de una escalera formada por cuerdas, "el hombre iba siguiendo la orografía del terreno hasta el punto de llegar a lugares muy estrechos... hizo un pozo muy, muy complicado y, sobre todo, peligroso", explica el jefe de guardia de los bomberos.

El pozo se encontraba en el subsuelo de las antiguas casas de la finca, donde quedaban restos de muros y, al parecer, era en la zona de la cocina donde el pastor realizó el hoyo que le causó la muerte, según fuentes policiales.

Una vez concluido el rescate, las máquinas han vuelto a depositar el material en su lugar inicial para cerrar la trinchera, dado el riesgo que suponía para la seguridad de las personas. Aunque la investigación del caso está en marcha, el cierre de la excavación no compromete el seguimiento de la muerte del hombre en busca del tesoro.

El porcentaje de oxígeno a la profundidad excavada por el pastor rozaba el 18% y el terreno desprendía componentes sulfurados que apuntan a que la muerte se produjo por "narcotización", es decir, "ha sido una muerte dulce", valoró el subdelegado del Gobierno.