La Ley de la Memoria Histórica faculta a las administraciones públicas a retirar "escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura". Este punto de la norma aprobada por el Gobierno de Zapatero en 2007 es la base que justifica la propuesta del colectivo zamorano Benito Pellitero para dirigirse al Ayuntamiento y reclamar la retirada de calles consagradas a políticos del franquismo. Pero, ¿y si alguna de ellas hubiera sido ratificada o recuperada en la etapa democrática? Este es el principal problema con el que se encontrará la solicitud de la asociación en el caso de Carlos Pinilla, cuyo nombre fue recuperado para un tramo de la avenida de Reyes Católicos en el año 1987, con un Gobierno ya democrático.

El nombre del antiguo gobernador de Zamora ha ido apareciendo y desapareciendo de las placas de la calle de Los Bloques en varias ocasiones por motivos que ahora salen a la luz a raíz de la propuesta de Benito Pellitero y de la recomendación del Procurador del Común de aplicar la Ley Zapatero. En realidad, Carlos Pinilla se ganó una calle en la ciudad tras el impulso de la Universidad Laboral en el segundo lustro de los años cuarenta. El político zamorano fue, de hecho, uno lo de los miembros de la Fundación San José, constituida en 1946 para impulsar un ambicioso centro de estudios. El edificio diseñado por el arquitecto Luis Moya verá la luz en 1952 y la implicación de Pinilla Turiño quedará reflejada en un tramo de la antigua avenida de Reyes Católicos que linda con la propia Universidad Laboral.

El siguiente capítulo de la avenida que hoy separa el hospital Virgen de la Concha del nuevo edificio de Enfermería tiene lugar en 1985. El alcalde socialista Andrés Luis Calvo, que afrontaba por entonces su primer mandato, encargó a un joven historiador el estudio y revisión del callejero de la ciudad, tal y como se estaba haciendo en otras ciudades. Aquel historiador era José Andrés Casquero, quien llevó a cabo un análisis de los problemas del callejero y realizó una ambiciosa propuesta que iba más allá de la supresión de nombres asociados al franquismo. De hecho, la idea de eliminar la avenida Carlos Pinilla "se basó en una ley del siglo XX que impedía ponerle a las calles nombres de políticos vivos", precisa Casquero. Es decir, motivos ajenos a la implicación del político de Cerecinos del Carrizal en el régimen dictatorial.

La propuesta -uno de los setenta cambios sugeridos para el callejero de la ciudad- le costó más de un dolor de cabeza a Casquero, quien estaba en el punto de mira de los políticos de Alianza Popular. Sin embargo y para su sorpresa, el Ayuntamiento asumió en la práctica totalidad el estudio y lo aprobó sin apenas debate. "Aquel trabajo era una base que los políticos debían cribar, pero lo sacaron adelante sin más", añade el historiador. Desde entonces, Casquero llegó a cruzarse en la calle en varias ocasiones con Pinilla, pero no hubo reproche ni tampoco comunicación alguna, nada.

Dos años después, la llegada del popular Antolín Martín a la Casa de las Panaderas supuso la restitución de la avenida a Pinilla Turiño, que volvería a aparecer en las placas de la vía. "La derecha no actuó por revanchismo e incluso, más allá de ideologías políticas, parecía justo devolverle la calle. Al fin y al cabo, si hubo Universidad Laboral y otras infraestructuras para Zamora fue gracias a él", reflexiona tres décadas después de aquello el historiador local. Ahora, la Ley de Memoria Histórica y la propuesta de Benito Pellitero pone el foco de nuevo en una avenida peleada con su nombre.