En principio se hizo la oscuridad. A oscuras, pues, así recibe la Catedral de Zamora a los visitantes de "Aromas de Fe", la nueva iniciativa puesta en marcha por el Cabildo que, desde este fin de semana ofrece a los visitantes la posibilidad de recorrer San Salvador a través de un montaje de luz y sonido durante casi una hora. La visita se inicia en el altar mayor. La iluminación va destacando cada uno de los detalles de mayor belleza en cada esquina de la seo.

Luz y sonido. Los textos que detallan sucintamente los aspectos históricos y artísticos de cada una de las capillas y de los demás elementos del primer templo zamorano, son obra del delegado diocesano de Patrimonio, José Ángel Ribera de las Heras, a los que pone voz Luis Felipe Delgado de Castro. A partir de ahí se inicia un paseo con el fondo musical de la Grande Chapelle que hace vivir al viajero una nueva experiencia.

"Aromas de Fe" es la culminación de un proyecto largamente acariciado por la diócesis que ha hecho realidad el cambio de iluminación de la Catedral al sistema led, mediante una subvención de 95.000 euros recibida de la Conferencia Episcopal española a través de un convenio con la compañía eléctrica Endesa. El nuevo sistema permite, en primer lugar, un ahorro en la factura de la luz y facilita, por otro, este nuevo montaje que se incorpora a la oferta cultural de la ciudad,

Desde la oscuridad paracen cobrar vida, de repente, la Virgen de la Calva, o el Cristo de la Misericordia (conocido popularmente como el Cristo de la Carne), que escoltan al altar mayor ideado por Ventura Rodríguez en una de las reformas que acontecieron en el templo desde su origen románico.

Frente a la puerta que da acceso al claustro, el fresco de San Cristóbal que, según la tradición, protegía contra el peor de los males a los peregrinos que lo avistaban en la seo.

Sucesivamente, desde la penumbra, van cobrando vida las capillas de San Miguel, de San Nicolás, la impresionante capilla de San Ildefonso, o del Cardenal, con sus frescos que representan el bautismo de Cristo y el Diluvio Universal, donde también cobran protagonismo propio las tablas de Fernando Gallego, una de sus primeras obras. Desde allí, el paso hacia la sacristía donde permanecen expuestos dos de los tapices flamencos, los mejores del mundo, cuya colección guarda la Catedral de Zamora. Se trata del Rapto de Helena y la Guerra de Troya, dentro de la serie con el mismo título.

Los visitantes nocturnos podrán contemplar de cerca la exquisita talla en alabastro y piedra de Villamayor del sepulcro del doctor Grado en la capilla de San Juan Evangelista o asistir, frente a la incomparable talla del Cristo de las Injurias, al relato de la leyenda recogida por el que fuera canónigo de la Catedral, Francisco Romero López

Las desventuras de Tomás, el infeliz huérfano de Pinilla, a la tenue luz que alumbra el Crucificado en su capilla de San Bernardo son el preámbulo perfecto hacia los capítulos de mayor esplendor: la contemplación de la sillería del Coro y sus famosas misericordias de escenas atrevidas con ánimo didáctico. Existe un último momento cumbre, antes de abandonar el templo: la contemplación del cimborrio desde el interior.

Una experiencia única que solo podrán contemplar quienes accedan a reservar su plaza en "Aromas de Fe" los viernes y sábados de agosto a octubre, previa reserva y con un máximo de 30 personas por grupo. Las entradas: 12 euros por adulto y 8 para los niños.