En acuerdo de pleno de 1948, el Ayuntamiento de Zamora nombró hijo predilecto de la capital a Carlos Pinilla. Entre los argumentos esgrimidos para tal distinción, la Corporación valoraba que "el estallido de la revolución vibra en el ánimo del joven", quien "empuña el arma de la gloriosa infantería" para "ver a su querida España libre de enemigos, grande, ferviente y católica". Unas alusiones "claramente franquistas" para Guarido, que le van a costar al de Cerecinos del Carrizal la categoría que le distinguía hasta ahora por encima del resto de zamoranos de a pie.

En el caso de Alfonso Peña, preboste del franquismo que cumplió con el encargo de diseñar la Renfe, la calle que lleva su nombre no conducirá jamás hacia la estación de ferrocarril que figuraba entre sus documentos. El ministro de Obras Públicas del régimen de Francisco Franco entre los años 1938 y 1945, y posterior presidente de Renfe entre 1952 y 1957, perderá su calle si la iniciativa planteada por el Ayuntamiento de Zamora sigue adelante.

La época de laureles para los dos altos cargos del franquismo, después de muchos años, parece tocar a su fin.