Ya duerme para siempre, como lo hace Zamora "en los brazos de las corrientes del padre Duero", tal y como escribió la pluma de su abuelo, el escritor y filósofo español perteneciente a la generación del 98. El salmantino con alma zamorana Miguel de Unamuno Pérez murió ayer a los 81 años después de una dilatada trayectoria como hombre de la banca, la cultura y la política zamorana.

Unamuno fue concejal en el Ayuntamiento de Zamora durante el segundo mandato de Antonio Vázquez, entre los años 1999 y 2003. El exregidor reservó para él la tercera tenencia de Alcaldía y le nombró también coordinador del área de Economía, Organización y Seguridad, además de concejal de Policía Municipal. Años atrás, su nombre sonó incluso como candidato a la Alcaldía, ya que fue una de las apuestas en los círculos del Partido Popular en los años 90 para encabezar la lista municipal.

Tres décadas en la banca

Unamuno procedía del mundo de la banca. Durante años ostentó la dirección general de la extinta Caja Provincial de Ahorros de Zamora. Hasta 1993 fue director general adjunto de Caja España, cargo en el que cesó tras llegar a un acuerdo de prejubilación pocos años después de la fusión de varias entidades provinciales en Caja España. Esta unificación le trasladó a León, donde ejerció su profesión durante tres años. La despedida de la banca marcó un antes y un después en Unamuno Pérez, que puso punto y final a una etapa de treinta años, de los cuales todos ellos fueron desarrollados en Zamora a excepción de los tres últimos. Incluso en León viajaba con frecuencia a Zamora, a la que se sintió ligado de por vida y donde mantiene su casa, en la que solía pasar las temporadas de vacaciones.

Casado y con cuatro hijos, Unamuno fue salmantino de nacimiento pero zamorano de alma, vida y corazón. En 1996 recogió el testigo de Miguel Ángel Mateos al frente del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de O´Campo, puesto que compatibilizó como consejero de Caja España.

La misa de funeral en memoria de Unamuno será hoy, viernes a las 11, en la iglesia parroquial de San Ildefonso. La capilla ardiente está instalada en la sala número 1 del tanatorio La Soledad, en La Horta.