¿Dónde se encontraba el templo en el que rezaban los habitantes de la judería vieja? ¿Ha llegado algo de aquella sinagoga hasta nuestros días? Las preguntas comienzan a encontrar respuestas, aunque sea cinco siglos más tarde de la expulsión de los hebreos de nuestro país. El azar ha querido que una original construcción haya sobrevivido al paso de los años y que hoy se presente como el posible testigo „o quizá la respuesta definitiva„ a todas estas dudas.

El propietario del número diez de la plaza de Santa Lucía acaba de hacer visible la hipótesis barajada por el Centro Campantón de que la antigua bodega „local de fiesta conocido durante años como la Cueva Árabe„ se la sinagoga perdida. Sobre la puerta de acceso al espacio, lucen ya los símbolos hebreos y la identidad del posible templo judío en un cartel que materializa el esfuerzo que el profesor Jesús Jambrina y otros investigadores han realizado en los últimos seis años.

«Antropólogos, historiadores, arquitectos e ingenieros han estudiado este espacio y la conclusión es que puede tratarse de la sinagoga de la judería vieja», propone Jambrina. El responsable del Centro Campantón apuntala la hipótesis de trabajo en la documentación histórica que sitúa el templo sagrado en Santa Lucía. «Existe una referencia que sitúa el templo de Santa Lucía sobre antiguas casas judías y otra que nos habla de carnicerías de la época junto al edificio donde se ha situado la placa informativa», precisa Jambrina.

Uno de los aspectos más inquietantes de la cueva es el estilo utilizado en la fábrica de ladrillo. «Que haya recibido influjos árabes no significa que lo sea. Existen templos hebreos en Toledo que tienen estas influencias y n por eso son islámicos», defiende el responsable del Centro Campantón. Esta filosofía es la que, como indica Jambrina, defiende el filósofo francés Jean Passini.

En los últimos tiempos, uno de los estudios más singulares que se han realizado en la antigua Cueva Árabe fue el levantamiento planimétrico en tres dimensiones y una investigación de la acústica. Esta última dio como resultado la existencia de «peculiaridades sonoras» que podrían ser propias de un templo destinado a la oración.

La señalización de la sinagoga se enfrenta a quienes descartan que en Zamora existan restos materiales de la cultura judía. «Existe cierto desconocimiento sobre las evidencias hebreas. Existen enseres claramente judíos que fueron fabricados aquí y son pruebas de esta cultura, aunque ahora estén en otros lugares», contrarresta Jambrina. La hipótesis de la sinagoga tiene un aliado no muy lejos. Los integrantes del Centro han podido acceder en fechas recientes al supuesto «mikvé» o baño ritual que se encuentra en el interior de la antigua Hostería Real. «En efecto, parece un baño judío», confirma el profesor.

Parece un «mikvé»

Durante la inspección del lugar, el Centro Campantón detectó que posiblemente el baño ritual pertenezca a un edificio colindante asumido con el tiempo por el propio hotel. El espacio cumple las características propias de los llamados «mikvé»: se nutre de agua natural sin ser manipulada por el hombre, tiene cinco peldaños para acceder al fondo y un acceso diáfano para la luz del exterior. Sinagoga y baño judío son , de momento, propuestas que pueden dar sentido a una pregunta: ¿Dónde quedó impregnada la huella judía en la ciudad?