Esto va de playas y recuerdos. Sí, de playas. Pero no piensen que hablamos de la costa mediterránea o la cantábrica. Tampoco de la Barceloneta, de las dunas de Maspalomas o las Catedrales de Lugo. Sino de las playas zamoranas. Seguro que a alguno le suena a chino, pero en Zamora tenemos playas. O bueno, teníamos. Playas fluviales las llaman, pero playas al fin y al cabo. Olivares, Tres Árboles y la isla de Las Pallas eran los lugares donde se ubicaban las zonas de recreo acuático, y que junto a la actual de los Pelambres formaban las cuatro parcelas de baño de la capital.

¿Qué ha pasado con ellas? Hagamos un breve recorrido, del ayer y el hoy, con la ayuda de Herminio Ramos -cronista oficial de la ciudad- por los otrora espacios de baño. "Mi llegada a Zamora, a principios de los años 40, coincidió con la época en la que comenzó acentuarse la afluencia a las playas", rememora Ramos. Habla Herminio de playas como la de Las Pallas, conocida también como la isla de los bañaderos, era uno de los espacios recreativos con mayor afluencia y más peculiares. La singularidad que rodeaba a Las Pallas se centraba en las duras restricciones sobre las libertades que durante aquel tiempo imperaban. Hombres y mujeres tenían prohibido bañarse juntos y como medida de prevención, se "ingenió" una atávica, rudimentaria, y no por ello menos eficaz, medida de separación. El resultado de aquellas primorosas mentes fue tender una maroma que dividiera a hombres y mujeres en parcelas perfectamente diferenciadas. "Era una sorpresa bajar con los amigos y observar cómo la vigilancia de la policía municipal era permanente", relata Ramos.

Actualmente, en estos terrenos se ubica El Club Náutico, que en 1951 llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento capitalino para la cesión de la isla sobre el río Duero durante 20 años, a razón de 50 pesetas anuales. "En los años 50 desaparece como zona de baño y se convierte en un espacio privado", precisa el cronista.

Con el fin de que los zamoranos pudieran seguir teniendo zonas donde bañarse, en la década de los 50 se habilitó un nuevo punto en la zona comprendida entre Olivares y el margen de San Frontis. La práctica de la natación era una odisea, ya que "el agua solo cubría por las rodillas, permitiéndote cruzar de orilla a orilla", apunta el cronista. Esta playa desapareció cuando comenzó a retirarse grava y arena, en el denominado vado de Olivares, imposibilitando el uso del río por los bañistas.

Otro de los lugares propicios que permitía el margen del Duero se situaba en la zona fluvial de los Tres Árboles, frente a la ermita de la peña de Francia. El espacio pudo ser disfrutado por los ciudadanos hasta que comenzó la explotación del terreno.

Por último, la playa de Los Pelambres, también conocida como la playa de Benidorm, permanece impávida al paso del tiempo como la única zona de baño en la que hoy en día los zamoranos pueden acudir a refrescarse en el río. "Se ha mantenido con mucho mimo la playa de Benidorm", celebra Ramos.

En nuestros días el espacio de Los Pelambres es elegido por los vecinos de la localidad para bañarse y a la vez, es un reclamo turístico y una opción de negocio para la hostelería. En esta misma línea incide Herminio Ramos: "Si la playa de Benidorm se ha perpetuado en el tiempo ha sido gracias a la inestimable labor de los empresarios de la zona, que han hecho entender a los diferentes gobiernos de la ciudad de la importancia del espacio".

Son tiempos evocados de forma entrañable y con melancolía, de aquellos recuerdos únicamente queda la playa de Los Pelambres. Ahora, las personas disfutan en los contemporáneos centros de baño que son las piscinas. No obstante, el eco de aquellas playas debe servir para que no olvidemos que si no cuidamos nuestros parajes naturales, nos arriesgamos a perderlos.